Lo que llama la atención en los sectores populares de la ciudad es la inmensa presencia de los temas del fútbol en sus paredes. Rayados que se expanden de pared a pared indican la relevancia en el imaginario popular de este deporte. Ya sea en el Morro, la Puntilla, Cementerio 1, o bien en los sectores cercanos al estadio “Tierra de Campeones”, esta narrativa se impone bajo la presencia del dragón, del color celeste y negro.
Sin embargo, estos rayados realizados por jóvenes nos hablan del fútbol profesional de fines del años 70. De ese Deportes Iquique campeón de la Polla Gol del año 1980. La pregunta es qué hay más atrás. Y existe una historia que el documental “¡Cuidado que viene Iquique!”, cuenta. El año 1930, Iquique, fue por primera vez campeón de Chile. Ese lugar lo compartió con Concepción. Y era la primera que se realizaba un campeonato nacional. Otras siete veces más Iquique fue campeón de Chile. 1935, 1937, 1943, 1947, 1955, 1965 y 1978. Y sólo en tres ocasiones como local: 1947, 1965 y 1978.
El primer iquiqueño seleccionado de Chile fue el crack del Maestranza, Guillermo Cisternas Aranda, quien participó en el sudamericano del Buenos Aires y Montevideo, en 1917 y 1917. El año 40, el estrellano que defendía al Magallanes, fue llamado a la selección chilena, se trata de Carlos Albadiz. Entre tantos otros como la “Chancha” Avilés, Santiago Salfate, llevaban a la capital el nombre de Iquique. Arqueros como Julio Vernal, Zuzilich, Sola, entre los más nombrados hacían gala de valentía, arrojo y seguridad.
Pero el éxito del fútbol amateur estaba fundado en varios elementos. La existencia de poderosas instituciones de barrio como Yungay, Maestranza, Sportiva Italiana, Estrella de Chile, Norteamérica y Rápido, por nombrar las más antiguas; por la existencia de campos deportivos a lo largo y ancho de la ciudad, y sobre todo, por que el deporte era la actividad más importante que realizaban los jóvenes de esos tiempos. Todos encontraban en los deportistas el modelo a seguir. El Tani Loayza, Arturo Godoy, Roberto Sola, Freddy Wood, Rubén Aguilera y Rubén Ahumada, eran el ejemplo.
Además el fútbol iquiqueño tenía una identidad bien definida. Una forma de ocupar la cancha que nuestra fue marca mayor. La expresión “fuerte y largo” quizás la sintetice mejor. Hombres bravos que no daban pelotas perdidas. Una ética de la entrega que era enseñada, en ese espacio educativo que era el barrio y su templo mayor, la cancha, la polvorienta, como la bautizó Raúl Duarte Rivera.
Habrá que llenar los muros iquiqueños con esa tradición futbolera que se inicia en la ciudad a fines del siglo XIX. De vez en cuando una mirada a la historia, a las raíces, nos viene bien.