El Instituto Isluga de la Universidad Arturo Prat con el apoyo del Gobierno Regional y de la Subsecretaría de Desarrollo Regional, está realizando un estudio para el fortalecimiento de la identidad cultural en Tarapacá. El 6 de abril, con la clase magistral del Dr. Lautaro Núñez, se inició oficialmente la actividad.

En esta investigación para la recolección de información hemos realizados varios discusiones grupales. La idea es que bajo una pauta, lo suficientemente abierta, se genere diálogo. En este caso sobre la identidad cultural. En uno de ellos, con migrantes extranjeros, preguntábamos como nos ven a los iquiqueños. Las respuestas fueron variadas y algunas de ellas, nos deben llevar a la meditación.

Un argentino decía que nuestra gastronomía era una especie de AFP. Al explicarnos dijo que comíamos arroz, fideos y papas. Y que ahí no salíamos. Un ecuatoriano, de la costa, complementaba lo anterior: “nos falta salsa”. Y no sólo en la comida sino que en términos generales. Todos reconocen que somos una ciudad hospitalaria. Pero nos ven sucios y desordenados. La locomoción es uno de los temas más cuestionado. Un peruano, agregó además: “no hay respeto por la autoridad”. Y con ello se refería a aquella que se asocia a los padres, a los maestros, etc.  El argentino destacó la agresividad como un factor común. No sabemos comunicarnos con palabras, y a falta de ellas, la rabia y la violencia aparecen como sus reemplazantes. El racismo es también un elemento común, sobre todo a la hora de referirse a la población afro. La mujer negra es vista como prostituta y el negro como proxeneta. Los peruanos para poder asimilarse más rápidamente han debido de adoptar ropas, modas y estilos iquiqueños. Su formalidad la cambiaron por pantalones cortos, chalas, y camisetas sin mangas. En sus maletas quedaron sus chaquetas.

Lo preocupante del tema son las herencias colonialistas que arrastramos en torno a la figura del Otro, el distinto. Recogemos lo que el cine y la televisión arraigaron en nuestro imaginario: lo blanco es bueno, lo negro es malo. Y con ellos nos olvidamos de mirarnos en el espejo.

La multi-culturalidad que ofrece la ciudad es un aspecto que hay que trabajar desde la escuela para así evitar el racismo. Para el Día del Libro me tocó presenciar un acto en la Escuela Centenario. Los niños y niñas, pertenecientes a ese sector conformados por migrantes peruanos, bolivianos, ecuatorianos, colombianos y por los chilenos, articulaban un escenario donde la diversidad de colores y de acentos era el rasgo más llamativo. Con lo anterior quiero señalar que la escuela es el espacio de la integración de las diversas sensibilidades que comparten una sala de clase y un patio en común. Ganan todos. Los nuestros porque conocen por labios de sus compañeros de otras tierras y de otros sonidos, otras rondas, otros bailes, otras canciones. Los migrantes porque pueden contar con una nueva infancia bajo un paisaje desconocido pero amigable. El director me decía que los peruanos son buenos alumnos, ordenados y respetuosos.

La discusiones grupales nos han de servir para ir evaluando las percepciones que tienen de nosotros, los iquiqueños. En un par de meses más esperamos socializar nuestros resultados.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 17 de mayo de 2009