Ya es un hecho habitual, hombres y mujeres, jóvenes y viejos caminan con dos tres videos bajo el brazo.  Ocurre en cualquier día de la semana. Los sábados y los domingo aumenta.  Es que con la Zofri, los iquiqueños tenemos la posibilidad de adquirir video-grabadores de un modo relativamente más barato que el resto de los chilenos.

La cantidad de video-clubes de la ciudad es alta. Por lo menos, oficialmente hay cerca de 15, sin contar con los típicos piratas que clandestinamente hacen su negocio. Copian de los clubes oficiales y arriendan a menor precio.  La leyenda que acompaña a cada video acerca de las consecuencias legales de “piratear” es soslayada olímpicamente.
El ritmo es atractivo. A veces, o más bien por lo general, los títulos llegan primero en videos antes que a la cartelera del único y desmejorado cine local. Pero, la pregunta es ¿qué tipo de videos consumen los iquiqueños?

Por lo general, y esta es una impresión fundamentada en la observación, los videos más taquilleros se ubican en aquellos que muestran fuertes escenas de acción y se sexo. Tenemos “El Exterminador” y todas aquella películas en la que actúa Arnold Schwartzenegger, las de Rambo en todos sus números.  Las de terror también ocupan un lugar de preferencia. “Martes 13”, “La ciudad de los muertos vivientes” y todos sus derivados.  Por últimos aquellos que tienen que ver  con las producciones nacionales.  “Los años  dorados de la Tía Carlina”, “El cartero chifla dos veces”, “Los Indolatinos” y otros. Los videos agrupados  en el llamado Cine Arte pasan olímpicamente desapercibidos. Tal es el caso de “El Plomero”, “La última ola”, “El enigma de las rocas colgantes” del australiano Peter Weis, por nombrar sólo algunas películas de este género.

Desde esta perspectiva, podemos concluir que el consumo de video se ubica más bien en una línea de reemplazo de la programación televisiva, pero de reemplazo más que de ruptura. Es decir, no se consume video para mejorar lo que se ve en la TV, sino más bien para ver de una forma cómoda y sin comerciales esos materiales fílmicos. Es decir, estamos frente a una nueva actitud consumista de la mercancía-video, que viene a reproducir lo que se ve en la televisión, con los ingredientes de siempre, violencia, acción, sexo, y sobre todo la de ofrecer un producto  que viene listo para digerir y no para reflexionar, como podría ser algunas películas del llamado cine-arte.
Como el mercado de consumo es libre, todos los iquiqueños tienen la opción de consumir los videos que prefieren, pero sería aconsejable que los clubes aumentaran la oferta de los llamados videos de Cine-Arte

Publicado en el Puerto. El 5 de junio de 1989. Página 5

 

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