Al año le van a faltar días para celebrar y conmemorar el día de… Y los hay para todos los gustos. El más importante el día de la madre, el de los enamorados, el de las mujeres, el de los evangélicos y una larga serie, a la que habría de agregar el de los pueblos originarios, el día del trabajo. En tiempos que no volverán estaba el día de la raza, que afortunadamente se dejó de celebrar y se cambió por el del encuentro, desigual por cierto entre españoles y precolombinos. Y así. El tiempo de explosiones de las identidades ha dado para que celebremos o conmemoremos nuestras micro-identidades.
En el mundo popular, en las esquinas de los barrios, en sus plazas, o en la playa, en el estadio, otras palabras circulan con la misma autoridad que la de los académicos. No caben en los diccionarios ni se enseñan en el aula, pero se aprenden en el recreo, este tremendo espacio pedagógico, donde los verbos se pronuncian de otra manera. Cuando el barrio se usaba una palabra con genealogía extraña, nuestro querido Marcelino “Burro” Herrera, nos llamaba la atención al son de esta frase que sólo los entendidos saben: “dejen de hablar con palabras anticlaúticas”. Ni Miguel de Cervantes y Saavedra, en las aventuras del Quijote y de su compinche Sancho, la conocían, menos Gabriel García Márquez, el inventor del realismo mágico.
Pero hay un día que nunca va a llegar. Un día anclado en cierto horizonte. Uno de aquellos que no tiene fecha en el calendario, pero a la vez está en los 365 día. Cuando llega ese día es fatal. Es una especie de maldición o de profecía auto cumplida. Es un día que los políticos usan a menudo, aunque no la pronuncian, y que en año como este se asoma como flor de cactus.
Hay una palabra coyoma que los enganchados trajeron al puerto y pampa. Forma campesina de denominar al pene.
Ese día por lo general violento, como aquel 11 de septiembre de 1973 que nadie o casi nadie pensaba iba a llegar. Y llegó con sus aviones bombardeando la democracia. Ese fue el día de la coyoma.
Fotografía Rodrigo Orchard
Publicado en La Estrella de Iquique el 7 de abril de 2024.