Este domingo los iquiqueños tenemos la oportunidad de demostrarnos quienes y cuántos somos. La ocasión no puede ser más propicia. Ir hoy al Estadio es una obligación que va más allá de lo meramente deportivo, sobrepasa con creces a un mero partido de fútbol. Lo de esta tarde es una cita con la historia y con nuestra identidad. Es una obligación moral. O sea, es una obligación iquiqueña.

Hay muchas tardes de domingo para la siesta. Vale la pena, suspender la de hoy. Repito, es la ocasión para demostrar lo que siempre andamos predicando: que somos un pueblo unido y por ende jamás vencido. Ahora que estamos cerca del abismo no sólo en lo futbolístico, sino que también en otros menesteres, es preciso conjugar el sentido colectivo.  Hoy el Tierra de campeones, puede ser el lugar propicio para expiar nuestros males, que no son pocos. El grito de Iquique coreado por la multitud, pude ayudarnos a espantar los males, a olvidarnos, aunque sea por ahora, de las tragedias y de las injusticias, de los errores y de los horrores.

Es la ocasión para apoyar al Pelluco y cantar con la Zunilda. Es el momento, para olvidarnos, al menos por esta tarde, que debajo de la celeste traspira la roja del Matadero, la verde del Norteamérica, la azul del Morro, la amarilla del Unión, la roja/negra del Yungay, el azul/amarillo de Libertad, el azul de Sportiva.  En el Tierra de Campeones, debe resumirse lo mejor de nosotros: la garra y el orgullo.

Habrá que recurrir a la buena memoria. Al viejo Estadio de los años 80 cuando la barra enarbolaba el “cuántos somos y el cuántos estamos” como una manera de pedir cuentas, como una forma de pasar lista. Entonces eramos menos y el orgullo nos salía por los poros. Ramón Estay estaba en la banca y el “Pipí”en lo suyo.  Antes de irnos a la cancha  tendremos que leer la revista Estadio para leer como Jumar (Julio Martínez) hablaba con admiración de los iquiqueños. Recorrer las fotos de la portada cuando el gringo Carlos Ataglich, de los registros de Sportiva Italiana triunfaba en Santiago. Solazarse con la historia de la “Chancha” Avilés (del Independencia) jugando por el Audax Italiano y disparando tanto con la izquierda como con la derecha.  O bien recordar al central del Pueblo Nuevo, Santiago Salfate coronandose campeón con el Colocolo. Y cuando echemos de menos los goles, pensar en Manuel Arancibia, Rubén Aguilera o Julio Crisosto. Y si la ingrata se nos cuela, sin permiso, en nuestro arco, evocar a Roberto y a Manuel.

Hay que ser exagerados. Lo de esta tarde es histórico. Acostumbrados a las epopeyas, los iquiqueños debemos conciliarnos con nuestra historia, nuestra identidad y nuestro fútbol. De allí que llenar el recinto de Tadeo Haenke sea una obligación. 

Todo está dado para  ganar. El verbo contrario no tienen conjugación. No podemos decir vamos al estadio. Hay que afirmar “voy a ver como gana Iquique”.