Nada más antiiquiqueño que la cuarentena. Los nuestros se definen por la cercanía con el otro. «Somos pura piel» reza un decálogo. Andar achoclonados me gusta en cuanto expresión. La metáfora del choclo funciona a la perfección; si es de Camiña mejor aún. Hombro con hombro. El abrazo fuerte y sobajeado por la espalda. El apretón firme de mano.

Hoy estamos en suspenso. La vida cotidiana se nos ha trastocado. La junta en la esquina, el ensayo del baile religioso, los preparativos para el desfile del 21 de mayo y el de todos los domingos, la lota, el tecito, han quedado en veremos. El entrenamiento en las canchas. Se echa de menos los bronces, las cajas y los bombos. Se extraña el silbido del árbitro, el golpeteo del balón sobre el asfalto. La musiquilla del afilador de cuchillos.

Cae la noche y las calles quedan huérfanas del bohemio, del carrete, del happy hours eterno. La noche nos cierra sus generosas puertas. El Dándalo no se puede entender sin este mar de parroquianos, al igual que el Democrático. El Genovés se anticipó y cerró.

¿Seremos los mismos postcuarentena? Creo que si. El Adn de Iquique resiste al encierro. Lo de ahora es un reflujo, un paréntesis. Nos guardamos. Es como el primer tiempo, tomamos aire, para salir a golpear tal como lo hacía Mario Loayza, el sobrino el Tani.

La cuarentena nos enseña a quienes podemos, claro está, a dialogar con nuestro otro yo. Y no estar de acuerdo. La pandemia del Covi 19 desnuda a la sociedad tal como lo hizo el 18 de octubre. El racismo y el clasismo se deja sentir. Como siempre los costos lo pagaran los mismos de siempre. «Es peligroso ser pobre amigo, es peligroso». Cuando volvamos a la calle, lo haremos a tientas, como recién salidos de un estado febril. Tomaremos distancia física, pero no social. El Otro, aunque esté alejado físicamente, está con nosotros. Hace rato que no tenía tantas solicitudes de amistad en Facebook. Nunca la expresión «Abrazos a la distancia», tuvo tanta vigencia.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 26 de abril de 2020, página 13.