El pedazo de tierra sobre el que se levanta la vieja Plaza Arica, fue en antaño, otra vieja plaza que se llamó Gibraltar.
De la península Ibérica atravesando el océano y las costumbres, los ingleses (¿o los españoles?) fieles a la tradición de todos los emigrantes trajeron consigo sus tradiciones y su cultura. Quisieron en Iquique recordar un pedazo de su tierra.
Pero Iquique es siempre Iquique, atormentado por tantos olas de emigrantes (chinos, ingleses, hasta esclavos negros en Pica) ha tenido siempre el coraje de ser, aunque en forma breve, auténtico.
La plaza Gibraltar tuvo sólo el nombre británico, lo demás era iquiqueño. Un gran sitio de tierra, uno que otro banco de cemento, y en medio una gran cancha de fútbol donde se jugaba de mar a cerro, soñando a ser famoso algún día.
Esta británica-iquiqueña fue creado en los años 30, en la época de la crisis. Esta fecha según nuestros informantes –don Enrique, el “copito”, es sólo tentativa. La memoria puede que nos haga trampa, dijeron.
Los aires de independencia nacional tardaron en llegar a Iquique, sólo en el año 1940 los rotarios con su gran filantropía, y con ganas de pasar a la historia, decidieron darle forma de plaza. A la entrada está el símbolo rotario. Le pusieron un nombre nacional: Plaza Arica. Sus rejas de duro fierro (que a veces robábamos para vendérselo al gringo Pablo), rodeaba el gran rectángulo. Dicen que hubo hasta rosas en sus jardines.
Dentro de la memoria colectiva, las rosas puedan que hayan existido; ya sea por la calidad de la tierra o por la energía del ya legendario Don Camilo que junto a su látigo se enfrentaba cada noche a la panadilla encabezada por el “Juan-Juan” o por el “Mandalay”.
Han pasado cuarenta y un año del nacimiento de la Plaza Arica. Hoy espera tranquila que los planos de los arquitectos amigos, se plasmen en el cemento que los niños entibiaran con sus juegos.
Publicado en “La Canasta”, Organo Cultural Club Deportivo La Cruz. Iquique, Chile, Año I. Nº 2. 1981, página 7.