Olguín

Esperó que el club de sus amores cumpliera 90 años para abandonarnos. Aunque ocasionalmente vistiera los colores de esa institución hermana que fue el Iquitados, por dentro y por fuera fue de La Cruz. Fue profesor, tal vez el más querido del Colegio Inglés. Además  un sportsman, como se decía antes. Y no sólo por su fortaleza física que si la tenía, sino que también por su estatura moral. Lo primero está demostrado por la nota de prensa que editó el desaparecido diario «El Tarapacá». Se lee: «es el quinto chileno titulado físicamente apto a través del país». Es el año 1945. Lo segundo por su vida cotidiana.

Cuando los clubes se financiaban por el pago de cuotas mensuales, me tocó por un par de años, en mi calidad de recaudador de La Cruz, visitarlo en su casa de la calle Orella. Siempre pagó puntualmente y me recibía con una amplia sonrisa y la mirada profunda. La elegancia era su principal marca de distinción.

Nos regaló varias fotos, tal vez las más antiguas de La Cruz. En una de ellas, posa orgulloso, con los colores amarillos con negro. Tenía entonces entre 10 a 15 años. Imágenes que nos llevan a una ciudad que no se puede entender sin el deporte.

Su presencia nos recordaba que los viejos de antes, que tal vez usaban gomina, fundaron La Cruz para siempre. Y los de ahora y los que vendrán mañana tendrán que «cargar» con la cruz, hasta muchos años más.

Don Eduardo Olguín Ríos nació el año 1927. Su padre, como acostumbra la tradición, lo inscribió en La Cruz, y de ahí cruciano toda la vida. El miércoles recién pasado recibió el tributo de las jóvenes generaciones,  en la nueva sede que él ayudó a embellecer. En las canchas de Iquique, sobre todo la del Castro Ramos, se sentirá el sonido de un viejo balón de básquetbol, dialogando con el asfalto que cobijó a tantas generaciones.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 20 de octubre de 2013, página 25.