Uno de los lugares de capacitación y formación de vocales y apoderados de mesas para el 5 de octubre de 1988, fue el local que estaba en Thompson con Octavo Oriente. Hasta allí llegó un viejo comunista, ferroviario y bueno para los combos. Serio como el acero y forjado en mil batallas electorales, don Juan Benito Tapia Carril, se enroló a los cientos de voluntarios.
Don Juan pertenecía al Partido Comunista, el de Recabarren y de Luis Valente Rossi, el del Frente Amplio. A ese partido que fue el más fiel que tuvo Salvador Allende. Aquel que pintaba en las calles «Aumentar la producción, es también revolución». Don Juan, se venía desde playa Brava hasta el hospital, tal vez caminando y tal vez desoyendo a su partido en eso de votar por el No. Pero ahí estuvo cerca de una semana aprendiendo como usar el libro de firmas y como pelear voto a voto…
A los 30 del triunfo del No, son miles los que como el viejo Juan Benito y bendito Tapia, dejaron el temor en sus casas, y se lanzaron por la avenida Pedro Prado a recibir instrucciones, sin saber que gracias a esa tarea, años más tarde la avenida por la que caminó se llamaría Salvador Allende.
Publicado el 7 de octubre de 2018