La semana pasa y después de la fiesta de La Tirana falleció en Iquique don Rolando Dávila Arcos. Un morrino que consagró la vida entera al baile Pîel Roja que fundará Damián Mercado. Tuve la suerte de conversar con él hace un par de años en su casa en la calle Orella, arriba. El año 1937 empezó a bailar. En el 1962 se hizo caporal. Esa fecha coincide con la organización de la Federación de Bailes Religiosos. Al asumir su hermano, Pedro, como presidente, él se hace cargo del baile. Este fue fundado el 1 de agosto de 1931 en el barrio El Morro.

Esa tarde de invierno en que conversamos, me habló de este grupo religioso, de su tía y de los dos bailes que habían en ese entonces. Uno era el Danzante y el otro el Piel Roja. Al fallecer su familiar, el primer baile deja de existir. Los morrinos entonces se concentran en la agrupación que tributa la memoria y el sufrimiento de los indios del oeste norteamericano.  Las películas del western estaban lejos de masificarse.

Nos contó de las peripecias que había que hacer para ir a la fiesta en los años 30 y 40. No habían más de 30 cofradías. Y la fiesta no duraba más de cuatro días.  La organización era distinta, ya que los grupos de bailes entraban sin orden previo a saludar a la virgen. “Era más espontáneo” me dijo mientras el recuerdo parecía ganarla la batalla. En los mejores tiempos, su baile tenía 50 personas. En los malos, no superaban los 28.

Desarrolló también una interesante actividad deportiva. Su mayor logro fue ser campeón zonal de natación. Un triunfo para destacar, tomando en cuenta los buenos nadadores de esos tiempos. Entonces El Morro, era una piscina natural.

Rolando Dávila perteneció a la vieja guardia de los bailes que asisten a La Tirana. Fue testigo de los muchos cambios que ha sufrido la fiesta. Ya sea para bien o para mal. Le tocó aspirar la chusca que empolvaba a los peregrinos, y compartir con esos fundadores de bailes que ya no existen. Tiempos en que había que soportar las burlas de algunos sectores de la ciudad, que veían en los peregrinos la reencarnación de viejos tiempos. Tiempos en que la burla y el sarcasmo eran muy comunes. Me contó aquella vez como un capitán de ejército, lo hizo bailar frente a la tropa, solamente para ridiculizarlo.

Nació en Negreiros, pero aprendió a leer y a escribir  en la escuela 3 del Morro.  Una pena la de don Rolando. Como dice un viejo adagio chino, cuando se muere un viejo, arde una biblioteca. En este caso, una colección de libros que se bailan y se cantan al ritmo de los pieles rojas.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 3 de agosto de 2008, página A-9