El gran tema de Deportes Iquique es mi juicio, un tema de identidad cultural. De hecho el argumento más socorrido para interpretar el desastre del año pasado se basó en la gran cantidad de “afuerinos” que militaron en sus filas. La más grande demostración de identidad se realizó el día 22 de diciembre cuando los dragones se fueron a la Primera “B”. Los ocho mil hinchas despidieron con aplausos a los iquiqueños. Fue una demostración de adhesión en medio de una ciudad con complejo “miamescos”.

La divisa celeste de Iquique tiene un extraordinario paralelismo con la celeste charrúa. Ambos equipos a  su modo han fundado un estilo de jugar tremendamente parecido. El mítico estadio Centenario, lugar de grandes hazañas, se puede comparar con el viejo estadio Municipal. La diferencia son obvias. Mientras que en el Uruguay se organizan tours para conocer mejor sus instalaciones e historia, en Iquique se destruye. El fútbol de fuerza de los charrúas se puede comparar a las hazañas de El León del Bajo en Temuco. Los Obdulios se parecen a los Ahumadas -a Rubén quien con el número ocho en la espalda nos enseñó de la importancia de ser iquiqueños. De allí que no sea novedad que gente como Russo, el central uruguayo haya sido tan querido por la Pacífico y la Andes. Los destellos de técnica de Franscescoli encuentran en Juan Ponce de Ferrari su equivalencia.

Como una nueva señal de identidad, los dragones miraron al cielo y a la Pampa del Tamarugal. La China milagrosa como siempre le ofreció su color. Pero, ya lo sabemos, tenemos la piel café, la del mestizo, de la mezcla entre la Virgen y la Pachamama. Dragones del Carmen, benditos por la historia.

Una ciudad que quiere ser racional, a pesar de sus conductas no racionales (drogadicción y consumismo compulsivo, entre otros),  vende nuestro viejo Estadio,  para levantar torres en una ciudad ya colapsada en su servicio de transporte.  Los fantasmas de nuestros viejos triunfos penarán. Cada 16 de abril el gol de Rubén Ahumada inflará las redes.  Marcelino Aracena quebrará los platos de la cocina americana allí instalada. El avión de Mariotti la hará “cachañas” a las torres. El “Mono” Sola volará como en sus mejores tardes de domingo, y los niños tendrán que empezar a acostumbrarse a jugar con el “Chute” Cavieres, a perseguir al flaco Standen y a don Reinaldo Cortés quien en su bicicleta dará vueltas y vueltas por el Estadio. Ya que Dios es rioplatense, no nos queda más que volver a la madre.  Con la café daremos más vuelta olímpica. No está de más repetirlo:  la Virgen del Carmen es iquiqueña.