El viejo barrio tenía sus fronteras muy bien delimitadas. Los de la plaza Arica sabíamos dónde empezaba y dónde terminaba el barrio. No había mapas, pasaportes, ni geopolítica, pero si respeto. Hacia el norte se sabía que antes de bajar el barranco, rumbo a la cancha del Iquitados, había que pasar por la fábrica de cal. Pero, antes, se imponía como casa hacienda, la propiedad del gringo Esteban Yuras. Era de las pocas casas que tenía persianas y teléfono. Fue el hacendado del barrio, el filántropo, de esos que hoy se echan de menos. Tenía tantas vacas como caballos que cada vez que veíamos una película del oeste, imaginamos que eran de él.

Tenía de todo o casi todo. Todo pasaba por sus manos, así lo creíamos, niños de ese entonces, que exploramos la ciudad más allá de los límites del barrio. Conocí esa grande y hermosa casa gracias a mi tío Enrique Lozán. Cierto olor a limpieza aun me acompaña.

Por eso no fue nada de extraño, cuando una noche cualquiera (no todas las noches en Iquique, son cualquiera) al mirar al cielo, comprobé que le faltaba algo. Al levantar de nuevo la cabeza advertí que no había estrellas. Curioso, un don de la infancia, que parece estar obsoleto, pregunté a mi hermano mayor, a menudo más serio de lo que se espera a esa edad, y sin citar a García Márquez (aun no sabíamos nada del Gabo, quizá estaba tecleando en una máquina de escribir, a lo mejor una Olivetti, Cien años de Soledad), me responde, con toda naturalidad:»Al gringo Yuras, se olvidó de ponerlas». Me dormí tranquilo.

Muchos años después, cuando la inocencia va en retirada, calibré el sentido del humor de mi hermano y por cierto del poder de don Esteban Yuras. Croata era don Esteban y antes fue yugoeslavo. Este, competía en carreras de caballos con Sciaraffia quien corría en la yegua «La Paloma» y Yuras en el «Portales». Estas carreras animaron varias tardes iquiqueñas.

La familia Yuras/Buneder se hizo parte del entramado barrial. Eran respetados. Algunos de sus hijos, nietos y bisnietos jugaron por el Unión Matadero. Así eran los gringos de ese entonces.

Publicado en La Estrella de Iquique el 30 de junio de 2024