Elías Carrizo

1909-

Campeón de Chile

Peso Liviano

De los registros del Manuel Sánchez

Elías Carrizo el aficionado que gana sólo por Knock-out

Cuando fuimos hasta el Hotel Excel­sior, la magnífica residencia de los iqui­queños, fuimos recibidos por Matías Wilkinson, más conocido por «Don Ma­tías», quien nos manifestó que hacían sólo contados minutos que le había da­do permiso a Carrizo para que fuera con un amigo a dar una vuelta al centro.

Y esto nos dió la medida exacta de la disciplina que reina entre esa mu­chachada. Todo un Ellas Carrizo a ex­pensas del permiso de su manager, en estos tiempos de libertad absoluta, nos parece una mentira. Un hombre que en cortos días y mediante cinco o seis «puñetazos» se había colocado en la categoría de crack; que había ocupado va­rias páginas de nuestros rotati­vos y que los periodistas habían dado vueltas sobre el papel toda una terminología pugilística; que se había permitido mantener de pie y con la respiración cortada a miles de aficionados y, por fin, que había pasado de inmediato a ser la admiración de nuestro público tan preocupado con proble­mas de bien social, de régimen gubernativo, etc., no podía salir de su hotel sin contar con el per­miso de «Don Matías».

Entonces nos explicamos el por qué de los triunfos de Carri­zo. Nosotros que estamos acos­tumbrados a ver otra clase de boxeadores; de esos que fuman, que en las noches cambian el reposo reparador del hogar por las diversiones; que danzan ende­moniados charlestones; que a manera de tónico beben licores fuertes y que lo que menos ha­cen es entrenarse, no podía menos que sorprendernos la contes­tación que nos diera el manager de los iquiqueños.

Y pensamos brevemente en el porvenir de este muchacho a quien los triunfos no le han da­do mayor gravedad que la que ha tenido siempre.

Quedarnos de acuerdo con Ma­tías para que concurriera a una citación nuestra y que se hiciera acompañar de Carrizo, pues teníamos interés en conocer algunas interioridades del fuerte peso liviano que ha constituido durante el actual Campeonato de Aficionados, la nota de mayor sensación.

Elías Carrizo tan fuerte, tan valeroso y de tanto amor propio, no revela nada de estas cualidades a simple vista. Es tanto, que quien le viera en la calle no podría creer que fuera capaz de derri­bar a un hombre de un golpe y a quien se lo contaran moriría de risa.

Nacido en Iquique, hace veinte años, ingresó, hace sólo uno y medio, al Cen­tro Manuel Sánchez, donde se dedicó a la práctica de su deporte favorito. Nun­ca se creyó que en ese muchacho existía el germen de un campeón y tal es así, que nadie tuvo mayores preocupaciones por él que las que se tienen para todos.

Nada más que a poco de caminar por la vida, apreciaron en el muchacho algu­nas de sus grandes condiciones y cuan­do debutó frente a Ramón Orellana, nada nuevo dejó ver este muchacho. No logró siquiera obtener el triunfo ilusionador, sino que un simple empate.

Pero él continuó luchando y fueron cayendo rivales uno tras otro hasta cuando ya eran varios los que habían quedado en la lona, se dieron cuenta que Carrizo sería esperanza del boxeo iquiqueño.

En la actualidad, su record se compo­ne de menos de una veintena de peleas, la mayoría de las cuales han sido triun­fos obtenidos por fuera de combate.

Pero como todo campeón, tiene una nota de amargura en su historia pugi­lística: Herffiel, el peso pluma que el año pasado representó a Iquique en los Campeonatos Nacionales, fué un día su vencedor, siendo éste el único punto obscuro de su brillante y corta carrera de boxeador.

Cuando le interrogamos sobre los pro­yectos para el futuro, nos contestó el muchacho con naturalidad: nada sé por el momento, pues mi mayor preocupa­ción es seguir triunfando en el Cam­peonato hasta llegar a obtener el an­helado título de campeón de Chile de mi peso.

Y a propósito de Campeonato, le inte­rrumpimos, ¿qué impresión le produjo su pelea con Balagué?

-Es algo de lo que no se guarda re­cuerdo, pues tan pronto se sale de esa si­tuación, sólo se conserva una vaga idea de la impresión sufrida.

¿Después del primer round, mantu­vo la esperanza de triunfar?

-Nunca la abandoné. Me sentía con fuerzas aún para entrar con mi dere­cha y esa fué mi preocupación. Com­prendí que estaba ante un hombre su­perior a mi, pero me sobrepuse a todo y sólo perseguí la victoria.

Debo advertirles, que es la primera vez en mi vida que caigo en un ring y que nunca siquiera mis rivales habían logrado desconcertarme peleando.

¿Conoce a Enrique Giaverini?

-Sólo de nombre. Sé que es el cam­peón y que como vencedor de Balagué me corresponde dispu­tarle el campeonato de Chile.

¿Tiene confianza en el éxi­to?

-Ni más ni menos que la que siempre he tenido en todas mis peleas.

¿Lo seduce el profesionalis­mo?

-Por ahora, no. Trabajo bien en Iquique y no he pensado aún en hacerme profesional.

¿Cuál fué la primera pelea que vió en su vida?

-Una del El Tani con Allende.

¿Le agradaría seguir el ca­mino que ha seguido El Tani?

-Ya lo creo. Pero para esto, comprendo que me falta aún mucho. Necesariamente tendría que estudiar en manos de un buen manager.

¿Tiene usted mucha fami­lia?

-Sí. Tres hermanos casados, mayores que yo, cuatro mujeres y un hombre, el menor.

Ya habíamos interrogado a Carrizo sobre todos los puntos que pudieran interesar a nues­tros lectores y como el mucha­cho es un hombre excesivamen­te sencillo en su expresión, no teníamos tema para seguir char­lando con él. Sus contestaciones son siempre lacónicas, dando po­co margen para dar rienda suel­ta a la fantasía periodística, pues aunque quisiéramos no po­dríamos tejer con sus declara­ciones una historia llena de no­tas sensacionales. En realidad, Carrizo no tiene de extraordina­rio nada más que la potencia de sus golpes y su valentía, lo mis­mo que el público ha podido apreciar en los combates sostenidos por este en nuestros rings.

Convencidos de que no obtendríamos de Carrizo nada más que lo que ya nos había declarado, nos despedimos agra­decidos de él y de su manager «Don Ma­tías», sin que hasta el momento de re­tirarse nos abandonara el estupor que nos había producido aquello del permi­so que Carrizo solicitaba para salir a tres cuadras a la redonda de su ho­tel.

Y le vimos marcharse tranquilamen­te, igual que cuando llegó a Santiago confundido entre la buena muchachada que Iquique nos enviara este año al campeonato, como una demostración del progreso del box en la tierra de El Tani y Santiago Mosca.

Sin que en su mirada se adivine si­quiera lo que el muchacho vale en el ring.

Tomado de   Revista «Los Sports», Año VIII, Num. 346, 25 de octubre de 1929. Página  7.