La política en su amplia acepción siempre ha tenido la capacidad para crear o recrear palabras. En otros tiempos los disciplinados militantes comunistas recibieron el mote de «cabeza de piedra». Nuestros vecinos de la Democracia Cristiana, la no tan elegante etiqueta de «zorras largas». A los radicales se les denominó rabanitos: rojos sólo en la superficie. Y así.
Durante la Unidad Popular, la derecha se ganó el apodo de momios, y éstos no tardaron, fiel a su arraigo de clases, de llamarnos upelientos. Muchas de estas expresiones han caído en desuso. Quedan en el diccionario de la oralidad, en algún lugar de la memoria electoral.
Facho pobre es ya casi una categoría sociológica. Remite a aquellos que siendo pobres optan por votar por un candidato de derecha. El facho pobre, ve en el exitoso empresario un modelo de conducta. Alguien quien imitar. Se auto-definen emprendedores tal como lo son los grandes empresarios. A menudo, se definen como apolíticos, pero ya sabemos esta categoría esconde a quien, por pudor u otra cosa, no se asume públicamente como tal. Es en las redes sociales donde la categoría de facho pobre se ha desarrollado. Incluso se señalan cinco puntos que sintetizan tal condición. Uno de ellos, tal vez la más frecuente es que la afirma que «salga quien salga igual tengo que trabajar». Los taxistas, no todos, reflejan mucho lo anterior. Ni que decir de los deportistas. La opinión del Chino Ríos sobre Guillier es expresiva.
La expresión facho pobre en algún lugar se hermana con la de flaite. Esta es mucho más huidiza y carece, de una dimensión política explícita como la otra. Ambas, en todo caso, representan muy bien una de las tantas consecuencias del modelo neoliberal, cual es la despolitización de la sociedad civil.
La política cuando se instala en la subjetividad de los sujetos, gracias a la capacidad de los medios de comunicación, y si lo hace sin competidores, produce el fenómeno de los fachos pobres. Tanto insistir durante la dictadura que la política es mala, trae sus consecuencias. Ser facho pobre es una de ellas.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 26 de noviembre de 2017, página 16