El mapa festivo de Tarapacá es generoso. Cada mes, tanto en el altiplano como en las quebradas las celebraciones a los santos patronos, limpieza de canales, floreos a los animales, carnavales se hacen sentir. En el altiplano en los meses de enero y de febrero las ofrendas para la abundancia del ganado. En agosto, en las quebradas la tierra se vuelve generosa. Para los andinos, el mes de agosto es húmedo y femenino. No en vano la fiesta de La Tirana se realizaba en ese mes, por lo menos, hasta fines del siglo XIX. En este mes, la celebración a San Lorenzo que aun mantiene su aire de fiesta patronal, nos recuerda el ciclo agrícola. Hoy es una fiesta mestiza y popular.
El santo mártir de la iglesia, fue adoptado por el pueblo que lo cobijo en sus casas y mostró su fe a través de sus vestimentas y de sus tatuajes. En el pueblo, cada peregrino carga al santo, como quien lleva a un recién nacido. Van en búsqueda de la bendición. No sólo es el santo de los comerciantes y de los mineros, es también el santo de los desposeídos, de los humildes. Es el Lolo, y con ese nombre se genera una relación especial: de fraternidad, pero también de lealtad. El Lolo es el compadre paleteado, pero te exige fidelidad. Detrás de este culto, yace una profunda concepción de la amistad. La China, es la madre, el Lolo es el compadre. Bien sabemos lo importante que es en América latina la figura del compadre, mas aun si tomamos nota de la ausencia del padre.
Renovamos cada 10 de agosto en el pueblo de Tarapacá, esa familia extensa, el ayllu rural como urbano popular, que a través de la reciprocidad y del intercambio hace posible el milagro de la ganadería y de la agricultura. Bailar el cachimbo al mediodía, luego del himno nacional, nos señala la fortaleza de nuestra identidad regional. El cachimbo es la memoria que nos permite recordar que este territorio tiene una historia larga, que no se reduce a la construcción de la nación luego de finalizada la guerra del Pacífico.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 13 de agosto de 2017, página 15