Quien afirme que el Notario Agurto ha muerto, miente. Mienten como los leopardos o los boleros. Don Jorge aparte de ser notario, era también escritor. Yo lo recuerdo como hombre de letras, que le quitaba el cuerpo a su trabajo para hablar de libros. Me imagino su inmensa biblioteca con libros dedicados por la Gabriela y Andrés Sabella. Visitarlo era meterse en una máquina del tiempo. Afuera el tráfico de papeles sellados y de “Firmó ante mi” eran hechos burocráticos que impedían la realización del escritor que llevaba dentro. Hombre nacido en el 1919, se codeó con Nicomedes Guzmán y González Zenteno entre otros.
Romántico hasta decir basta Jorge Tomás Agurto Chamorro nos legó, el año 1999, un libro de cuentos: “Narraciones Vitales” con prólogo de Lenka Franulic. “Aquellos ojos verdes” un cuento de su libro retrata el romanticismo de una generación que se crió con el bolero y las noche de bohemia. Dice: “Y es por esta razón que doy vueltas y vueltas por el mundo abrigando aún la secreta esperanza de volver a encontrar algún día esos ojos color esmeralda soñadores, tan bellísimos, profundos como el océano, que para mi felicidad o mi desgracia conocí una noche y he adorado para siempre, adueñándose de mi corazón, de mi alma y de mi vida hasta el punto de hacer de mi un soltero impenitente”. Y esos ojos los encontró.
Pero aparte de escritor y notario, era también un personaje.
Personaje en el sentido amplio y libre de la palabra. Su presencia diminuta cabía perfectamente en ese paletó gris que lo acompañó como símbolo de humildad. Estaba en todas. En los cambios de folio del diario local. En la marquesina del Estadio y en la presentación del libro del escritor iquiqueño. Y hay que agregar que siempre pagó su entrada y siempre canceló el libro. Como escritor sabía el precio justo de las letras. Fue generoso en el apoyo. No trepidó en escribir alguna nota ensalzando algún libro. Tuve la suerte que “El Libro de los Campeones” fuera reseñado en La Estrella de Iquique, por Jorge Agurto. Otros escritores como Pedro Marambio Vásquez supieron de su solidaridad.
Gracias a él tuve la ocasión de conocer al autor del “Diccionario de la Literatura Chilena”, Efraín Szmulewicz, una obra monumental en la que están todos o casi todos lo escritores chilenos. Fue él precisamente, en sus “Ediciones Rumbos” quien publicó las “Narraciones Vitales”. En este diccionario se puede ver la obra del escritor y notario. “La dama azul” (1948); “Detrás del camino” (1969); “13 cuentos de amor y fantasía” (1977); “Un extraño en la clínica y otros cuentos” (1978) y el ya citado libro de 1999.
La geografía literaria iquiqueña tiene una ausencia. Pero mienten una vez más quien diga que el escritor ha muerto. El Notario nos dejó, de eso no cabe duda. Pero en sus “Narraciones Vitales” el viejo Agurto nos seguirá guiñando el ojo y regalándonos una pastilla.