Obdulio

Ubicado entre Argentina y Brasil, los uruguayos se las han arreglado para construir su propia identidad. Y una de esas maneras ha sido a través del fútbol. Campeones olímpicos el 1924 y el 1928, luego del mundo en 1930 y en 1950, sin contar las 14 ocasiones que han ganado la Copa América, además de las Copas Libertadores e Intercontinentales, cargan una rica historia. Un paísito, para usar una expresión de Mario Benedetti, con una historia grande en el balompié.  Este país mostró en el siglo pasado un crecimiento económico interesante, y más que nada una cultura cívica que los llevó a ostentar el rótulo de ser “la Suiza de América”, entre otra cosas,  por la distancia enorme y saludable entre el Estado y la Iglesia Católica.

Los charrúas, han construido en el mundo del fútbol, la idea que un partido no se gana hasta cuando los jugadores estén en las duchas. Así de simple. Esa marca viene del mundial del 1950, un  16 de julio, en que dan vuelta un partido que Brasil no tenía por donde perder.  El “Maracanazo” es el mayor trauma que los brasileños poseen.  País de poetas y de músicos, Benedetti  parece ser el más conocido, pero la figura de Idea Paz Vilariño asoma con una formidable voz. Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti, los juglares que junto a Rubén Rada, Jaime Ross, José Carbajal,  Numa Moraes y las nuevas expresiones del rock de Montevideo construyen un paisaje musical variado, en la que el candombe, el tango y la murga, musicalizan a ese país que organizó el primer mundial de fútbol el año 1930. Horacio Quiroga,  Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano y Angel Rama, escritores que han llevado el nombre del paísito al mundo, tal como lo hizo “el jefe” Obdulio Varela (en la foto), Enzo Francescoli y Diego Forlán.

El Uruguay del fútbol me empezó a llamar la atención el año 1982 cuando casi terminando el partido privó a Cobreloa de obtener la Copa Libertadores de América.  De allí empecé a hurgar en su historia. En los años 90, le pregunté a un viejo montevideano como estaba el fútbol uruguayo. “Mal” me dijo. “Si hasta los argentinos nos ganan”.  El paralelismo con nuestro Iquique, a veces es evidente.  Ambos celestes y los dos con una historia digna de conocer. Por lo mismo, los uruguayos siempre han caído bien en estas tierras.  Uno de ellos, Juan Muñíz,  dirigió a Iquique, en 1942,  y obtuvo el cetro nacional de básquetbol.  Alvaro Butti y un aguerrido central: José Miguel Russo, le pusieron garra y candado al arco local.   En años diferentes defendieron a la celeste como si fuera la suya. Hubo otros y vendrán más.

Me han comentado que los iquiqueños optaron por la divisa celeste  por admiración a la selección charrúa. Algo de ello debe haber. Lo cierto, es que el  fútbol, “la lógica de lo impensado” ha puesto, con tintes épicos a este pequeño país, dueño de una gran historia, entre los cuatro mejores del mundo. Al no poder llegar a la final, y a un tris de empatar frente a Holanda, la prensa dijo: “lo nuestro es sufrir hasta lo último”. Otro afirmó: “Como consuelo para Obdulio, ese país ‘chiquito’ de 3 millones de pasiones vuelve a estar en el mapa del fútbol como si fuera un gigante”.  Cuando veo a la celeste pienso en Deportes Iquique.

Publicado en la Estrella de Iquique, 11 de julio de 2010. Página A-9