UMBRAL

 

El columnismo, género literario que Francisco “Paco” Umbral bautizó como tal está de duelo. Su creador, ha muerto. Una de las mejores plumas de la prosa poética de España, falleció a los 72 años.  Dueño de una mordaz pluma no se cansó de recrear la lengua hispana. Sus giros idiomáticos son ya parte de lo mejor del habla de ese país: “las fórmulas galantes de Occidente corrompido y rijoso” escribió acerca de lo que hay aprender cuando se va de la Europa comunista a Madrid.

Columnista del diario “El Mundo” recreó la crónica periodística como ninguno otro. Escueta, pero de una profundidad tal, supo contar con elegancia lo que otros, sólo contaban con muletillas y piedras en el camino. Sus columnas eran como un aperitivo.

Cuenta que en su casa tenía una enorme piscina. No la usaba para bañarse.  Allí iban a dar todos los libros que le regalaban y que no le agradaban.  Agudo, inventó eso tan cierto que reza más o menos así: Todos lo que se definen como apolíticos son de derecha. Lo dijo a propósito de una declaración del cantor  Juanito Valderrama. Se lo hacemos extensivo a todos los taxistas de esta ciudad, que opinan de todo y más encima se declaran discípulos de Valderrama. ¡Cuánta razón tenía Paco Umbral!

Umbral fue un deslenguado que no se privó de atacar con su verbo a los unos y a los otros. Fiel a aquella tradición que sitúa  a los escritores en una trinchera crítica, este hombre que usaba botas de vaqueros, disparaba contra todo aquello que olía a naftalina. Felipe González fue uno de sus blancos predilectos, pero no cesó en condenar al franquismo.

Como tal no fue del gusto de todo.  Roberto Bolaño lo odiaba como a muchos. Sus crónicas de Madrid y de la transición son esos espejos en cuya imagen, aparece la ciudad retocada por la obra y la gracia de quien se niega a que el espejo le devuelva la imagen tal cual es. En “Amar en Madrid” dijo: «Con arrebato, lucidez y lirismo quisiera escribir”. Y con ello aludía a Quevedo, Larra y Gómez de la Serna.

En la revista Fusión, un párrafo marcado dice: Para unos es el mejor prosista de este siglo. Otros ven en él a una pluma afilada que analiza sin piedad la vida social y política española. El mismo se definió como «ese escritor hosco y brillante, insolente y un poco rojo». Pocos hablan de su sensibilidad, su ternura y su sencillez. «Soy un buen chico», explica.

Con  la muerte de Umbral se cierra una puerta siempre generosa a lo políticamente incorrecto. Francisco Umbral fue un escritor necesario. De esos que de tarde en tarde la sociedad inventa para cantarse sus verdades.  El buen chico que usaba botas de vaquero nos dejó.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 16 de septiembre de 2007.