Hallazgo nortino.

Gregorio Vilchez

Gregorio Vilches es iquiqueño.

Esto nos hace recordar lo que eran los jugadores del norte hace un tiempo y lo que son ahora. Hubo una época larga en que todos los deportistas nortinos ofrecían las mismas características, como si fuesen moldeados en el yunque común del esfuerzo, la superación y la aridez. En fútbol, en boxeo, en fin, en las expresiones mas populares del deporte solían ofrecer poca técnica, pero eran tremendamente combativos, sumamente bravos, casi diríamos que indomables. Por eso, el público capitalino los distinguió siempre con su admiración y su afecto. Y les perdonó sus imperfecciones, a sabiendas de que esas tierras tan calidas todo se logra duramente, a pulso, con el corazón hermanado a la voluntad.

Pero el fútbol ha conseguido una difusión generosa a lo largo del país y de tanto ver y oír los cultores de provincias lejanas han sabido a través de giras, charlas y visitas a los focos mas importantes de conocimientos, fundamentos y lecciones que por cierto no han caído en el vació. Así nos llego un día Manuel Muñoz con su finta inigualada y su rapidez centelleante. Así conocimos a René Meléndez, con su fútbol señorial, depurado y técnico. Y así ha aparecido ahora- sin menor ánimo de establecer comparaciones- el alero derecho de La Serena que nació en Iquique, se formó en Antofagasta y encontró horizontes apropiados como futbolista y maestro en La Serena.

Porque además de ser wing derecho es profesor. Gregorio Vilches, que jamás había incursionado en el fútbol profesional llegó a La Serena en un momento en que la escuadra granate parecía debilitarse en relación a otros certámenes recientes. El traspaso de Haroldo a Wanderers, la transferencia de José Torres a San Felipe, las lesiones graves de Pérez, Garri y Espinoza crearon un ambiente de incertidumbre que la directiva fue paliando con la traída de Cortes, las contrataciones de Rivera, Trigilli y Hurtado, la incorporación de elementos provincianos y muy especialmente con el concurso técnico de Miguel Mocciola.

Pues bien, pese que la delantera serenense varió de manera fundamental su fisonomía, ya que de los cinco titulares del año pasado, el único que ha venido jugando regularmente es Verdejo, lo cierto es que sin ese fútbol atildado de otros torneos, pero con una predisposición mas clara al avance simple y el juego de contragolpe, ese quinteto ha conseguido producir bastante y así lo certifica su cuota de conquistas y la posición del cuadro en la tabla.

Rápido, hábil, desenvuelto, el joven Vilches ha venido muy bien para los planes de Mocciola, porque le ha dado al ataque serenense algo que no tenia por la derecha. Le ha dado velocidad, chispa, empuje juvenil. Con Carvajal en función de nexo o Verdejo corrido hacia la derecha, Vilches ha contado con hombres que saben explotarlo y de ahí su encumbramiento meritorio para un muchacho que apenas tiene una rueda en primera división, que no había intervenido en otra competencia de fuste similar y que en el propio naipe serenense asomaba como una incógnita.

Pues bien, esa incógnita, se despejo y ocurre que el Nº 7 de La Serena puede ser señalado desde ya como una de las revelaciones del año y cara nueva interesante en el recuento del 63. Tiene un toque de bola llamativo, en que el botín semeja una mano enguantada que todo lo hace con suavidad, con elegancia, con galanura. Quizás si esa sea la virtud resaltante en un valor que hasta ahora se ha impuesto por condición natural y el acicate que significa incorporarse de lleno al fútbol grande en un cuadro que cierra la primera rueda a un punto escaso del líder. Ese toque exacto, ese manejo fácil, ese trato íntimo de empeine y balón, acentúa el hallazgo que significa descubrir de la noche a la mañana a un jugador que es amigo de la pelota y que dialoga con ella, como si fuesen amigos de toda la vida.

Y Vilches lo hace con elegancia natural y suavidad admirable.

Jumar
Tomado de la Revista Estadio
Año 1950, página 25