Este año Chile es el país invitado a la feria del libro de Guadalajara. En uno de los mayores eventos de este tipo, nuestro país, gracias a su tradición literaria, será el centro de la atención. Sin embargo, la idea de Chile ha quedado reducida a Santiago. Las regiones brillan por su ausencia. Las actividades se han generado bajo cuatro paredes. Pero hay más. A la ausencia de las regiones, se le suma otra. La de las editoriales independientes. Aquellas que producen buena parte de la industria editorial, se las ha soslayado.
Por lo que sé, nuestra región, la de Tarapacá, no tendrá presencia. Con ello se desconoce nuestra activa parrticipación en el mundo de los libros. Ya en 1903 se publicaba en Iquique, la primera novela obrera: “Tarapacá”. Le acompañaba una extensa actividad editorial. Los organismos del Estado, encargados de este tema, han optado por el silencio. No hay mejor alimento para el centralismo que el silencio de las regiones, y sobre todo de sus autoridades. Nada raro que algún funcionario viaje a México, y no un poeta o un ensayista o cronista.
Las ferias, bien lo sabemos, son un espacio para mostrar lo que somos. Un lugar donde como país invitado podemos mostrar la variedad de nuestra producción literaria. Dejar pasar esta oportunidad es perder una preciosa vitrina para marcar nuestra presencia en el mapa de la cultura. Producir libros es tan rentable como otro negocio, con la diferencia que no contamina y embellece el alma. Una nación y región se definen también por el acceso a este tipo de bienes.
Esperemos que las autoridades de la región, tomen carta en el asunto y sometan a un concurso público las diversas ofertas para representar en Guadalajara a nuestra ciudad y región. Si es que hay tiempo aún y voluntad.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 15 de julio de 2012, página 17.