Con la explotación del salitre llegaron desde el sur, a través del enganche, un contingente de población que fue bautizada como huasos. Más al sur venían los chilotes. A lo anterior hay que sumarles croatas, chinos, ingleses, entre muchos otros más. Aquí, aymaras, quechuas, iquiqueños peruanos, parecían que lo esperaban. Un mar de gente diversa, con pasados diferentes y acaso un mismo futuro.
La etiqueta le cayó como anillo al dedo a los que venían del Chile Central e incluso del norte chico. ¿Qué tenían de común entre ellos? Tal vez el porte, tal vez un poco más blanco que nosotros, tal vez un tanto tímidos. “No sean huasos, nos decían ante una presentación en grupo”, las tías y profesoras.
Revisando los apodos de los nuestros a quienes le dicen huaso, distan mucho de esas características. El Huaso Mario Maldonado Ceballos, señor de la cancha, defensa central de la Católica, entre otros clubes, iquiqueño, por cierto, con una personalidad exuberante y una inmensa carcajada, se aleja de esa imagen. Lo mismo sucede con el Huaso Guerrero, ferroviario y boxeador, al igual que el huaso Sepúlveda. El Huaso Toledo, elegante, tal vez se ganó el apodo por lo tímido, algo que cuesta creer. El Huaso Carrión tremendo profesor, se le conoció por difundir en Iquique, el folklore del Chile Central. La ramada del Magisterio, cada 18 de septiembre, era un templo de esa música. Nunca escuché que a doña Adriana Medina le dijeran huasa. Su socio era el Cholo Sánchez. En mi barrio había uno, tan huaso que le decían “care cueca”. Debe ser el apodo más difícil de explicar. Y seguro que me faltan muchos más.
Hoy en Iquique existe una Casa del Huaso y en Alto Hospicio una medialuna de rodeo. Son los migrantes que vienen del centro del país con sus tradiciones. De vez en cuando por nuestras calles, carentes de árboles, se escucha el sonido de las espuelas. Es un huaso que va rumbo a una presentación, entallado y con poncho. Es casi una escena surrealista.
Publicado en La Estrella de Iquique el 22 de agosto de 2021, página 11