Hijos e hijas ilustres son aquellos que  han contribuido a “que la fama de nuestros esfuerzos ha cruzado la pampa y el mar”. Y esto incluye todas las área de nuestros quehaceres. Iquique ha sido pródigo en producir estos personajes. En décadas pasadas eran casi de modo exclusivo comerciantes, abogados, profesores y médicos. Hoy el arco se ha ampliado. Y se agradece esa apertura.

Fidel Dávila es uno de esos hijos ilustres. Dejó callado al centralismo en el Estadio Nacional con ese gol en abril de 1980. Porta además ese apellido lustroso ligado al deporte y a la fiesta de La Tirana. Fue inspiración de la Zunilda quien a través de sus cantos construyó la banda sonora de esta ciudad que se honra de ser la tierra campeones. El Tata Taucaure, hijo del pueblo y orgulloso de serlo, reencarnó la figura de los viejos centrales de esos equipos del  “Cuidado que viene Iquique” del poeta deportivo cuyas siglas son JM. Y a la hora de la música ese niño ruiseñor que compartió con don Francisco y con Diego Aravena, hijo de Juan Sciaraffia que con su voz y guitarra no deja de sorprendernos con sus virtuosos arreglos musicales.  El deporte y la música, dos expresiones identitarias de esta ciudad que no se puede entender sin ambas. Tardamos en reconocer la valentía de María Eugenia Álvarez, la Pely que en plena dictadura compartía su optimismo y ganas de vivir. Su color era el naranja.

La artista visual Katherine Harder, siguiendo una vieja tradición que arranca con Oddó a fines del siglo XIX, se realza con la obra de José González Enei, se le nombra ciudadana destacada. Ha paseado el nombre de la ciudad por todo el planeta. Guillermo Ward imprescindible en la cultura teatral es testimoniado por sus largos años sobre las tablas.

Hay familias ilustres. Una madre declarada como tal al igual que hijo. Normalista ella, ingeniero humanista él. Y gracias por testimoniar a los clubes centenarios: Unión Morro, Rápido y por cierto a La Cruz. ¡Salud!

Publicado en La Estrella de Iquique, el 26 de noviembre  de 2023.