El majestuoso Dragón, cubierto ahora de casas parece mirarnos con asombro. El vigiló nuestros pasos con la sabiduría del mito.

Sobre la extensa playa de el Colorado el Tani corría y traspiraba la gloria.  Tomaba la senda del Longino, llegaba a la Rinconada donde la locomotora y su cola de pasajeros exhaustos, aullaba con su boca negra. Era la señal que el viaje, por fin, terminaba.

El Tani desandaba el camino corriendo a pie pelado. Abajo, en el plano se asomaba el ojo de mar que la Zofri con sus galpones y sus mercancías, for import, tapó para siempre.  Al fondo, las olas de el Colorado reventaban sobre la arena sin desechos. En ese entonces los sacos de salitre se alimentaba de brisa marina.  El Tani, inventó el footing. Años después Iquique lo declaró «el más ilustre de todos los iquiqueños». Eramos agradecidos. Hoy no tanto.

Iquique es puerto. Eso lo sabemos muy bien.  El puerto y la caleta son momentos simultáneos que recorren nuestra epidermis. El Chumbeque convive con la Zofri. Es el Iquique que ustedes ven todos los días y todas las noches, con sus olores y sus personajes,  sus desvelos y sus frenazos, sus bocinas y sus utopías.

Iquique es caleta. Eso no lo sabemos muy bien. Sobre sus veredas de maderas se construyó el mejor capital que tenemos: nuestra identidad cultural. Sobre sus muertos, de muerte natural y de la otra, vivimos esta vida tensados entre el auge y el ocaso.  Depositamos en la Zofri y en las mineras, todas nuestras esperanzas, pero también nuestros temores.  Y es que las banderas negras siguen flameando en  nuestros recuerdos, agitadas por el viento de nuestra natural desconfianza.

El Chumbeque-libro es un intento por captar lo que mueve a los iquiqueños a ser lo que son. Es decir, es una apuesta y propuesta para entender como en la contradicción, y no en la dicotomía, puerto/caleta, en el intersticio que queda, se recrea con todas sus paradojas el iquique de hoy, de ayer y de siempre.

El Chumbeque-canción recorre las imágenes y autoimágenes que de Iquique se tiene a través de ritmos como el tango, el fox-trot, el bosanova, la ranchera, el vals. La universalidad iquiqueña compuesta en versos y en ritmos que nos hablan del Iquique caleta y del Iquique Zofri, con las casas que violan al cerro Dragón. La historia de Iquique en canciones. En la plaza Condell, se escucha incluso un rap del puerto. Veinte canciones que sumado al Tierra de Campeones nos hacen conocidos como la ciudad más cantada de Chile.

El Chumbeque-teatro, sobre la base de dos personajes, don Estanislao y Alex recrean las claves simbólicas del puerto/zofri/minero/popular.  En esta obra montada por el grupo Expresión de la Universidad Arturo Prat verán desfilar nuestras esperanzas y nuestros  gritos de rebeldías, nuestro humor del negro y del otro, nuestra ironía y nuestra candidez. Esta es una obra colectiva escrita y reescrita por todos nosotros. Actúa de boxeador Mario Gárate y de don Willie don Willie Zegarra.

El Chumbeque-diaporama logra capturar gracias a la música y a las imágenes de Hernán Pereira, a la voz de Andrés Daniels y Marino Jiménez, la estética del Iquique pre-Zofri, con sus grandes incendios y banderas negras, con sus rankings de la Nueva Ola y sobre todo con la producción musical de los grupos autóctonos como Los Bingos, Voces del Tamarugal, Los New Demons y Los Angelos, Magaly Moya, Sandra Olmedo y Gilberto Rojas. Radio Almirante Lynch, CA 150, como por arte de magia nos trasladó a nuestros mejores y peores recuerdos de cuando Iquique, según el escritor, también iquiqueño, Luis González Zenteno, «era una villa grande y hermosa».

El Chumbeque-suite, montado por el grupo de danzas de Mario Cruz y Rosa Biagetti, Kirky Wayra desplazó a parejas de bailarines que danzaron al ritmo de esas melodías que re-grabamos junto a Mario Berríos en «Las canciones del Chumbeque a la Zofri». Este es el año del Chumbeque y porque no de la Zofri también. Ya nos inventaremos cuentos nuevos para movernos en el futuro. Por ahora la leyenda minera del salitre halla su correlato en Doña Inés, una señora generosa como la Pachamama que asuculta el vientre minero de la cordillera.  Pero, no es la Madre Tierra, es sola una señora con mano y ojo de hombre, que esperamos, no nos consuma todos nuestros sueños que crecen gracias al agua que nos da la vida.

Los iquiqueños y esto no hay que olvidarlo nunca, a diferencia de lo que pensaba  Tales de Mileto, no fuimos creados por el agua. El Tales de Iquique, nuestro chango filósofo se crió en la angustiante búsqueda de ella. Iquique, es cosa seria.

 

Publicado en la revista Identidades. Otra perspectiva sociológica. Carrera de Sociología. Universidad Arturo Prat, Iquique, chileAño 1. Nº 1. Noviembre 1996, página 2.