Las palabras sintetizan magistralmente la realidad. La acotan, pero a su vez dejan espacios para su interpretación. Por más que los diccionarios traten de enjaularlas, éstas adquieren vuelo propio. En la plaza Arica nuestro querido Marcelino Herrera al referirse a los sofisticados en eso del hablar, los catalogó como “anti-clauticos. Otros dirán, expresiones de día domingo: buena pinta y buenas palabras.

En rigor la palabra es fulero. No hay quien no la haya usado. En el barrio, la academia (no) oficial de la lengua, es julero. Cuando el arquero, no cumplía con las competencias básicas para estar bajo los tres palos, se le decía que era un julero. Hay diferencias regionales, en Buenos Aires y Montevideo se les dice a las personas poco agraciadas. Designa a las personas que carecen de atributos físicos. Pero no todos los feos son juleros. Pensemos, por ejemplo, en Agustín Lara.

Me temo que las generaciones jóvenes ignoran esta palabra tan elocuente y categórica.  Lo que no significa que no existan esos personajes. La lengua tiene una memoria que hay que saber cuidar y cultivar. El Diccionario de Voces Nortina de Mario Bahamonde, es un ejemplo de ello. La expresión “chiquillo de moledera” cayó en desuso.

Esta palabra me la recordó Patricio Bañados, ese señor de la voz profunda y democrática. Afirmó que la Constitución del 80 era fulera. A los iquiqueños nos suena mejor julero. No olvidemos que nuestro castellano está salpicado de palabras de otras naciones: huachiman término de origen inglés watch man, pupo que viene del aymara, nuestro ombligo. Y la lista es larga. Nuestro hablar es plurinacional. Cervantes no se que pensaría.

Siempre hay alguien con actitudes juleras. No sólo en lo deportivo, sino también en lo ético y en lo profesional. Los juleros están en todas las clases sociales. Algunos lo disimulan con cierta elegancia. Otros, a pie pelado. Hay juleros simpáticos. Los otros son los peligrosos, los de cuello y corbata y que suelen hablar de corrido.

Publicado en La Estrella de Iquique el 21 de agosto de 2022, página 11.