21 de marzo de 1950.
Su apodo es «Changa».
Defendió los colores del Libertad de Iquique. Fue seleccionado de Iquique y de la Selección Chilena. Jugó por Universidad Católica y Colo-Colo, en Grecia defendió los colores del Panathinaikos.
Esta nota de la revista Estadio, ofrece un interesante perfil del goleador iquiqueño-
Personajes.
Ingredientes: piernas fuertes, músculos ágiles, mente despierta. Aliños: afán de superación y sangre iquiqueña. Resultado:
Julio-Gol Crisosto
Por sus venas corre sangre especial. Si su padrón indica que la proporción de glóbulos rojos y glóbulos blancos es la normal, que el factor es 2HR positivo, que su coagulación es buena, no miente. Pero es incompleto. Le falta un detalle importante: esa sangre es iquiqueña.
Es la misma sangre que corrió por las venas de Raúl Choque, el único campeón mundial que ha dado Chile en su historia: por las de Estanislao Loayza y Arturo Godoy; por la de basquetbolistas Gallo y Ledesma. Que corre ahora bajo la piel de Eduardo “Maravilla” Prieto.
Y Julio Crisosto se siente orgulloso de ser hijo de una tierra de campeones y de una bahía de héroes. Sus metas fueron siempre integrarse al grupo selecto de deportistas que hicieron historia. Tras eso iba cuando Universidad Católica lo descubrió en un Nacional Juvenil, allá por 1967 en Antofagasta. Y en eso anda, diez años después metiendo goles por Colo Colo. En primer plano desde 1970 (año en que alcanzo la titularidad en la UC), seleccionado nacional desde 1971 (debut en Montevideo por la Copa Pinto Durán), asiduo animador de la lucha por el titulo de scorer (23 goles como promedio en los últimos tres campeonatos), no esta aun conforme. Quiere ir más ala. Sueña otro record para brindárselo a Iquique.
-Quiere batir el record de goles en un año. Y ahora, con los compañeros que tengo, puede ser…
¿Sabe cuantos tendría que hacer?
-Treinta y siete.
-¿Y…?
-No es tan difícil. Es asunto de hacer tres o cuatro en los partidos fáciles. Y como nosotros atacaremos siempre, no lo veo imposible. Ya partí bien: cuatro en dos partidos. Y si hubiera andado con un poquito así de suerte le habría metido unos cuatro a Everton. Con veinticinco que haga en la primera rueda estoy asegurado…
Y lo dice como si fuera la cosa más natural del mundo.
Promesas cumplidas.
Un marino griego que bajó a tomarse unos tragos sembró los Crisosto en Iquique. Desde el siglo pasado hasta ahora la familia prosperó y se multiplicó. Julio es hijo de un hombre que cumplió su vida activa en el Ejército y es el cuarto de una familia de doce hermanos.
Las arenas blancas de las playas iquiqueñas le dieron fortaleza en las piernas, agilidad para el salto. El aire marino le brindó salud y resistencia. El ejemplo familiar le significó afán de superación. Y todo eso, complementado con virtudes innatas moldeó a un goleador.
“Goles.. muchos goles”, prometía en septiembre de 1971, con solo nueve meses en Primera División, 21 partidos, diez goles a su haber, una gira por Europa en el cuerpo y una oferta seria para que se incorporara al AEK de Grecia.
No se fue al país de sus antepasados -también fracasaría luego de su publicitada transferencia al Panathinaikos de Puskas- pero entregó goles a montones. Algunos, para archivarlos en la historia.
A los 21 años soñaba con triunfar en Europa y volver a Chile a entregar todo lo aprendido. La partida de Sergio Messen a Colo Colo le había significado ganarse la “9” titular. Y el asunto le parecía poco menos que un sueño: había dejado la Casa del Jugador que tenía Universidad Católica en Nuñoa y había arrendado un departamento en Brasil con Alameda. Ahora el AEK le ofrecía cinco mil dólares en la mano y un sueldo mensual de mil dólares.
En 1977 mira el asunto con simpatía: casado, tiene dos hijos (viene otro- “otra”, aclaró su esposa- en camino), vive en un hermoso bungalow de barrio alto y en la puerta tiene un automóvil al que la entrada se le hizo angosta.
Valparaíso vio su primer gol oficial. Ricardo Werlinger fue el arquero víctima. En siete años no quedó cancha en Chile donde no se le viere celebrando goles sin correr, solo caminando apuradito, con los brazos levantados.
-Hay equipos a los que siempre les hago golpes. Cambian los arqueros, cambian los defensas, pero es lo mismo. Everton es uno. La Serena es otro (ahora pueden respirar tranquilos). A los de la “U” ya los tengo de caseros. Es raro lo de la Chile, mientras estuve en la Católica nunca les pude hacer un gol ¿Sabe qué es eso? Me desesperaba, me juraba que al próximo partido rompía la racha. Igual no había caso. No se que me pasaba, llegaba el partido y no veía una…
Pero así como hay casos, también hay chunchos;
-Al que no puedo hacerle goles es ala Unión. Y es rato también porque cuando jugaba por la Católica siempre se los hice. Ya lleva tres temporadas completas en Colo Colo y todavía no celebro ninguno…
-¿No será Leonel Herrera el causante?
-Deber ser. Es muy bueno. ¡Nortino tenia que ser! Marca muy bien, usa bien el cuerpo, por arriba cuesta ganarle… el único consuelo que me va quedando es que a Fabián también le ha ido muy mal contra él. Pero este año si que les hago uno…
Lo que aminora el fracaso de Crisosto en sus duelos contra los rojos es que sus compañeros tampoco han hecho goles. Y sus rivales tampoco. En los partidos oficiales de los últimos dos años solo se han hecho un gol cada uno. Y no resulta difícil recordar quienes los hicieron: Luís Araneda para los blancos y Víctor Pizarro para los hispanos.
¿Y en la selección?
Christopher- 3 años- quiere jugar. Cuando supo que le iban a sacar fotos fue a ponerle el equipo de Boca Junior y anduvo buscando una pelota que le trajo el papa. Después estuvo mostrando sus dotes basquetbolísticas (vio un programa de televisión y conseguí que le instalaran un aro en el patio) y tenísticas (con raquet y pelotas nuevas). Javier –un año y medio- quiere escribir. Y cuando consigue lápiz y papel, tira rayas hasta que un movimiento brusco termina con el vaso de jugo volcado y la obra maestra deteriorada.
Son los matices dentro de una conversación de dos horas, en la que se habla de todo y en la que el tema Selección Nacional aparece a menudo.
Crisosto tiene razones para estar sentido. Pero no lo demuestra. Cuenta las cosas con naturalidad, incluso justificando a los que aparentemente lo perjudicaron.
Su experiencia, en todo caso, no es nueva: algo muy similar le tocó vivir cuando llegó la hora de decidir quienes iban a Alemania como representantes de Chile en el Mundial de 1974.
-Esa vez estuve en todo el proceso previo. No estuve en Lima, cuando perdimos Ox2, pero si en Santiago, cuando ganamos 2×0. ¿Se acuerda de eso? Ese gol a los peruanos (el primero del triunfo) todavía me alegra. Después estuve en la definición de Montevideo, y también ganamos. Pero cuando llegó la hora de partir a Alemania, me dejaron abajo.
-¿Y ahora?
-Ahora fue parecido. Estuve desde que se inicio el trabajo en El Tabo. Soy harto malo para la gimnasia y para la preparación decía en general, pero me saqué la mugre. En la Selección siempre me esforcé el doble. Jugamos los primeros partidos y anduvo bien. Pero cuando llegó la hora de la verdad -las eliminatorias- apenas jugué quinces minutos contra los ecuatorianos.
-¿Qué pasó?
-No sé. La gira lo echó a perder todo. Anduvimos todos muy mal. Partimos muy agrandados y la derrota con Uruguay nos devolvió a la tierra. Lo de “aplanadora roja” y todas esas cosas nos hicieron mas mal que bien. Después de esa gira, Peña se confundió, no se que le pasó, y comenzó a llamar a los de afuera. Yo no lo puedo criticar, porque estaba en todo su derecho. A él le interesaba clasificar al equipo. Y vio que había muchos que afuera no respondían, para él era preferible asegurarse: que nadie le dijera después que la clasificación se había perdido por no hacer jugar a los de afuera. ¿Se imagina lo que le habrían dicho si se la juega con los de casa y nos eliminan?
-¿Y usted también anduvo mal en ese gira?
_No tan mal. Lo que pasa es que no hice goles.
-¿Por qué los perdió o porque no llegaron nunca al otro arco?
-Porque jugamos muy a la defensiva. Yo tenía que bajar mucho a corretear y a marcar, y después llegaba sin fuerzas al área. No estoy acostumbrado a eso. Se lo dije a don Caupolicán. Pero el insistía en que así teníamos que hacerlo.
-¿Y…?
-Bueno, a pesar de que seguí haciendo hartos goles en los entrenamientos, desde que llegó el “Pata” no me inflaron más. Ni siquiera estuve en la banca en los partidos contra Perú.
-¿Siente algo contra Osvaldo Castro?
-Nada. Al contrario. El no tiene la culpa. Es la segunda vez que me desplaza (a Alemania también fue él, y no jugó), pero que le voy a hacer yo: la culpa no la tiene el “Pata”.
-¿Y qué pensaba cuando miraba jugar a sus compañeros contra Perú?
-¡Pucha! Que tenía que estar en la cancha. Aunque fuera por cábala. En las eliminatorias del otro mundial les hice un gol importante, y no jugué en Lima. El 75 para el Sudamericano les hice el gol del empate acá en Santiago, y tampoco me pusieron allá (jugó Spedaletti)… Quería jugar contra ellos. Me tenía fe y sabía que lo iba a hacer bien. Compartíamos pieza con el “Negro” Ahumada conversábamos de esto. Nos estábamos aprontando para hacer la grande de nuevo. Y ya ve: yo en la tribuna y el “Negro” en la banca. Y cuando entró, hizo el gol.
Y después de un lapso de reflexión, el tono es distinto:
-Pero no es eso lo que me duele. Total, conmigo a lo mejor tampoco habríamos ganado. Lo que me duele es no habernos clasificado. Teníamos que asegurar aquí en Santiago. Y tal vez con la gente con que se inició el plan se habría conseguido. Nadie puede negar que hubiera jugadores que vinieron y que aportaron muy poco. Yo creo que insistiendo con el equipo de casa, más Elías y Quintano, jugábamos mejor. No he sacado la cuenta, pero de los que fuimos a El Tabo solo terminaron jugando dos o tres. Y ahora uno piensa que valió el entusiasmo con que empezamos el trabajo y los sacrificios que nos impusimos.
“No hay recetas”
Capitulo cerrado.
Pantalón de tenis, polera azul importada. Un trago suave al frente. Pero sigue sacando cuentas. Y llega a la conclusión de que para el Mundial de España, en 1982, tendrá treinta años. Y que podría ser.
-¿Hay centrodelanteros de treinta años? –pregunta esperanzado.
Y cuando se revisa la lista de los chilenos, se concluye que a nivel de selección no hay. Y ya empieza a forjarse un nuevo desafío: ser el primero que lo consiga.
-Es cuestión de que no me lesione de gravedad. Y hasta aquí he tenido mucha suerte. El año pasado estuve en los 34 partidos. El anterior, lo mismo. Nunca me pasño nada grave. Y –usted lo sabe- no es que le ande haciendo el quite a los choques y a las patadas. Me las han dado y fuerte, pero siempre me he recuperado en la semana. Suerte, solamente…
Suerte también de que tanto codazo que se tira en los centros no haya mas huellas que una cicatriz en la ceja y una desviación pequeña en la nariz.
-Debe ser el instinto de conservación, pero uno adivina cuando el rival viene con malas intenciones. Y uno esquiva o se defiende.
Nunca lesionó a nadie (y toca madera para que no suceda). Recibe, pero no da. Las cuatro expulsiones anotadas en su hoja de vida son producto de reclamos.
-El año pasado fueron dos. Y las dos con don Alberto Martínez. Es re’ buena persona, pero no se que le pasó que las tomó conmigo.
Motivos para reaccionar ha tenido muchos. Cuenta uno:
-Cuando estábamos jugando contra la “U” por la liguilla del año pasado estuve a punto de dejar la escoba. Íbamos ganando uno por cero y nos empató Bigorra. Y el “Flaco”, en vez de celebrarlo, me lo fue a gritar a mí, que no tenía na que ver y que estaba esperando la pelota para partir en la mitad de la cancha. Se paró frente a mí y me gritó de todo. Por suerte no reaccioné. Y al rato después les hice un gol yo. Me dieron ganas de ir a gritarlo al lado de él, pero encontré que era algo feo.
Le debe haber dolido más todavía.
Así piensa, así actúa.
Mantiene simpatías por Universidad Católica y va a ver sus partidos cada vez que puede. No puede tragar a Universidad de Chile, no por los jugadores…
-No sé, nunca me gustó. Debe ser por la rivalidad que teníamos desde que jugábamos en cadetes. ¿Pero sabe que estuve a punto de firmar por ellos? Bueno, ese se conoce. Lo que no se dijo fue que también pude volver a Católica: me ofrecían lo mismo –y más- que Colo Colo. Pero ya me había comprometido con Simián.
-¿Contento en Colo Colo?
-Feliz. El trabajo con Puskas no es tan fuerte como dicen. El equipo anda bien y andará mejor. Es cosa de ver las reservas que tenemos. Son pocos los equipos que pueden darse el lujo de tener en la banca a un racimito de jugadores como Nef, Galindo, Araneda, Gatica, Santibáñez, Videla y Caballero. Con Pinto y Luís Díaz, más Orellana y Ponce, tengo que hacerme rico haciendo goles.
-¿Alguna receta para hacerlos?
-No hay: los busco y me ayuda la suerte.
Julio Salviat
Tomada de la revista Estadio
páginas 33-37
Crisosto y…
Los árbitros: ni amigos ni enemigos. No les hago ni la pata ni me amenazan. Y es mejor así. No me gustaría que me pasara, por ejemplo lo que le pasa a Larita; todavía no empieza el partido y ya le están advirtiendo que se cuide, porque a la primera lo van a echar.
Iquique: cada vez que puedo me doy una vuelta a comer mariscos. Hubo un tiempo en que iba mas seguido. Teníamos un equipo completo de iquiqueños jugando en Primera y todos los años jugábamos a beneficio. El ultimo fue con Astorga; Campodónico, Maldonado, Pizarro, Morales; “Chamaco” (lo invité yo), Solís, Fidel Dávila; Novo, Crisosto y Moscoso. Un equipazo…
Un marcador: me gustan dos. Ashwell, aunque no se crea, es buen jugador. Si se tranquilizara un poco, seria imposible pasarlo. Y el otro es Santibáñez. Sí: Javier. No tiene mucho físico, pero tiene una fuerza increíble. Es rápido, marca bien y sabe jugar. Daniel Díaz y Lito Rodríguez son excelentes, pero al primer descuido pueden perder el puesto.
Puskas; es un buen entrenador. Poco a poco se ha ido adaptando al medio. Nosotros mismos le decimos cuando intenta algo a lo que no estamos acostumbrados. Por ejemplo, ya se convención de que nos gusta pichanguear después de la preparación física al principio los entrenamientos eran pura gimnasia.
Pellegrini: Es increíble todo lo que ha progresado. Hasta sale jugando ahora. Hasta aquí siempre le he ganado. Pero si sigue así, me va a costar mas hacerle goles a la Chile.
Tomada de la revista Estadio
páginas 33-37