Los campeones de Chile del año 79 y del 80, se juntaron a celebrar esos triunfos. Ahí estaban, desafiando los años y parando el reloj en esos años en que la ciudad se transformaba y no nos dábamos cuenta. En una pantalla se veían los goles de Sarabia, Dávila, Carreño y tantos otros que la TV de esa época capturó sin saber que estaba haciendo alquimia, pura y sincera. Estaba don Ramón Estay, repasando sin culpa alguna, si el cambio que hizo fue el correcto o no. La historia dice que hizo todo bien. La Tía Zuni, la única mujer del encuentro, como para desvirtuar eso de que e fútbol es cosa de hombre. “Alvato Butti, chua chua”, el charrúa de Nacional sigue siendo su regalón. Los amagues de Ponce de Ferrari, con toda esa picardía cavanchina, dejaba al rival cazando moscas. Antes, Benjamín Cáceres, el estrellano, era la aduana que tapiaba las paredes de los rivales.

¿Alvaro Ramos, habrá visto los goles de Fidel Dávila? ¿Bogado los de Sarabia, el de Pueblo Nuevo? Los laterales del Iquique de hoy, a Arriaza y a Valenzuela? Naranjo y Limenza a Acao y a Campodónico? ¿Sabrán los colocolinos que juegan hoy en esos pagos, que Iquique los ha derrotado en más de una oportunidad? Sólo dos fechas, el 1930 y el 1980. ¿Sabrá Taucare de Russo? ¿Puch de Crisosto?

La albacora en el plato con su inseparable arroz. Es el destino último de este pez tan iquiqueño como José María Nova o Ramón Pérez Opazo. La historia secreta del camarín, esa que uno nunca tendrá acceso ya que no conoce los códigos. Allí estaban generosos y humildes, esos que nos alegraron la vida y nos conectaron y actualizaron esta frase que nos cruza el “alma estremecida”: tierra de campeones. Y los otros que llegaron a este equipo como Sauvageut y que escribe en su Facebook que sin Iquique no se puede vivir. Iván Godoy, fue tan bueno para el básquetbol como para el fútbol, me invitó, como quien tira un pase que te deja frente al arco y te dice con la mirada “Hágalo”. Fui afortunado y lo agradezco.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 27 de mayo de 2012, página 21