No la está pasando nada de bien Patricio Gutiérrez, el jugador de Deportes Iquique. Cierta “opinión pública” lo ha condenado por haber cometido un error. Una especie de condena a muerte, por tirar la camiseta al césped, cuando abandona la cancha para ser reemplazado. A todos nos duele, por cierto, el acto. Pero de allí, a las penas del infierno, me parece un acto exagerado. A todos, en plena euforia y pasión, hemos hecho cosas peores. Sabina lo sintetiza del modo que sigue: “No entiendo el móvil del crimen, a menos que sea pasional”. Lo del dragón fue una ofuscación que con una disculpa, se acaba.

Que la  camiseta celeste tiene una densidad simbólica nadie lo duda. Pero no tenemos como exigirle a alguien, que viene recién llegando,  que sepa de memoria el ABC de nuestro campeonismo. Dudo que muchos de los que visten la celeste sepan quien fue el Tani Loayza, Arturo Godoy, Américo Azares, y más de cien o quizás más figuras, que junto al “Maravilla” Prieto y Raúl Choque, nos encumbraron a ese cielo que tanto añoramos, pero que a veces se nos diluye.

La pasión cegó a Patricio, y nada más. No quiso ofender a nadie. Sólo estaba ofuscado por lo que él consideró una mala decisión técnica. Sucede que a veces exageramos con eso de la identidad. Es bueno y saludable tenerla. Es sano sentir orgullo por nuestras raíces, por nuestra historia y por nuestra épica. Pero también, hay que estar precavidos con los excesos. Hay guerras que se han producido por exceso de amor propio. La historia está llena de hechos con gravísimas consecuencias. La segunda guerra mundial, el exterminio a los judíos, gitanos y homosexuales, es la prueba más palpable de lo anterior.

Tener identidad implica desarrollar el sentido de la tolerancia y del respeto hacia el Otro. Ese que a veces nos pone en duda nuestra vida cotidiana, ya que tiene otro color de piel, viste de otro modo, tiene otra religión y come de otro modo. En fin. Me preocupa el tono despectivo con que a veces, tratamos al “afuerino”, olvidando con ello, que esta ciudad no se puede entender sin el aporte de esos “otros” que optaron por vivir y morir en este suelo.

Como me dice un amigo hay que poner la pelota en el piso. Condenar con las penas del infierno a un joven que se equivoca, es exagerar las cosas. Hay que ofrecerle, a Deportes Iquique, cosa que yo he hecho sin resultados positivos, un curso breve sobre porqué somos conocidos como “Tierra de Campeones”, un paseo por ese Iquique que muchos de los actuales jugadores no tienen por que conocer. Una vez que conozcan las hazañas de Freddy Wood o de Lorenzo Pardo, de Juan Ostoic o de Juan Boggero, mojarán la camisa como lo hacía el “León del Bajo”, el “Perro” Saravia o el “Pipí” Carreño.  Tarjeta amarilla para el Pato y a seguir entrenando.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 9 de octubre de 2011, página A-3