La casualidad ha querido que en el mes de julio se desarrollen dos eventos altamente estructurante en la identidad cultural de los iquiqueños. Uno ocurrió el año 1925 en la ciudad de Nueva York y el otro, acontece año a año, en el pueblo de La Tirana, a 60 kilómetros al norte de Iquique. Me refiero a la pelea del Tani Loayza ocurrida el 13 de julio, por el título del mundo,  y a la fiesta  de la Virgen del Carmen. Ambos hechos nutren buena parte del carácter de los hombres y mujeres, criados en la Tierra de Campeones y observantes rigurosos del ritual tiraneño.

El deporte y la religión ayudaron a estructurar fuertemente la sociabilidad e identidad de los iquiqueños  a mediados del  siglo XIX y principios de siglo XX. A lo largo y ancho del plano urbano, hombres y mujeres, construían su rutina en torno a esos ejes. Cada uno de ellos, tenía,  según la ocasión su peso específico. Hablamos no sólo del Iquique popular, sino que también de ese otro, el ilustrado que en una vía casi paralela desarrollaba su sociabilidad e identidad casi con los mismos ingredientes . En términos religiosos el Iquique ilustrado se concentraba en el catolicismo oficial,  en la masonería y en los cultos protestantes. El Iquique popular se manifestaba en procesiones populares y bailes religiosos.  La aristocracia practicaba la hípica y  el criquet. El Iquique popular practica el boxeo. En el fútbol y en el básquetbol, se encontraban los dos Iquique).

La vida del barrio se articuló en torno a la vida deportiva y   religiosa. Estos  elementos ayudaron a configurar una sociabilidad e identidad que fueron singulares según el barrio de que se tratara. Al interior de ellos,  es el deporte y la religiosidad popular la que definen esta identidad. Y en el primero es el fútbol y el box, los que la estructuran. No obstante, lo anterior, es posible advertir como en el barrio se conjugan de un modo armónico dos tipos de identidades que para una mentalidad cartesiana puede parecer una contradicción. La religiosidad popular representa un tipo de identidad que podemos llamar premoderna, mientras que el deporte nos indica la presencia de una identidad moderna que se expande gracias a la dinámica actividad de los puertos y del  ferrocarril y a todo lo que acompaña al  ciclo salitrero.

No obstante lo anterior, el deporte y la religión se inscriben en tradiciones diferentes. La primera proviene de la modernidad inglesa que arriba a Iquique, por la explotación del salitre, y la segunda es una herencia andina, premoderna podríamos decir,  que se va adaptando a los cambios y contextos.  Ambas, sin embargo, tienen un elemento en común: se concentran en el cuerpo de sus ejecutantes. Ambas apelan al cuerpo como vehículo de expresión. El deporte no es más que darle vacaciones al cuerpo, mientras que el baile, es comunicación  corporal.

El Tani es el deporte que ayudó a otorgar autoestima y de pasó fundar la expresión Tierra de Campeones, mientras que el culto a la Virgen del Carmen, expresa el sentimiento religioso que señala la persistencia de una mentalidad, y que funda el sentimiento “todos somos hijos de la China”.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 20 de julio de 2003