La designación del directorio de la Zofri vino a demostrar cosas que ya sabíamos. Una de ellas es que la derecha o como quiera que se le llame, no tiene vocación regionalista. La Concertación luego de un duro bregar tuvo que aceptar que la regiones son distintas al centro y que por lo mismo merecen un trato distinto.
Lo singular del hecho es que todo el espectro político coincidió e condenar la mala decisión. Esto no se veía desde la década de los 50 y de los 60. Es decir, una sentimiento de iquiquiñez que fuera más allá de las legítimas diferencias. La intendenta tuvo que responder como Luis Jaspard en su época. Y es lógico que fuera así. Ella responde a las exigencias y lealtad del ejecutivo. Un solo iquiqueño está integrando el directorio.
Pero no se crea que este centralismo es sólo obra y gracias de quienes nos gobiernan. Otras instituciones operan por la misma vía. A la hora de contratar estudios regionales, optan por la inteligencia santiaguina en desmedro de la tarapaqueña. Se sabe, por ejemplo, que el Gobierno Regional contratará a un experto de la capital para que finalice la Estrategia de Desarrollo Regional. Lo mismo sucede con las compañías mineras que se mueven por la misma lógica. Sus decisiones son tomadas en Las Condes para que se ejecuten en la ciudad. Bancos y otras instituciones corren por el mismo camino.
En la región por todo lo anterior hay un malestar silencioso. Lo de la Zofri en su cumpleaños numero 35, fue la gota que rebalsó el vaso de la paciencia. Nuestra queja no tiene nada que ver con la calidad de los que ocupan esos cargos. No se trata de inteligencia sino de vivencias y de experiencias. La región no se conoce tan sólo por sus indicadores de crecimiento o de desempleo, se la conoce también en esos otros aspectos que tienen que ver con la historia y la sensación de que somos “la Cenicienta del norte”. Uno podía encontrar a los directores de la Zofri en un café y en el estadio, y eso ya, aunque no lo es todo, señala arraigo y la posibilidad de intercambiar algunas opiniones.
Mucho de la llamada responsabilidad social de las empresas pasa por tener ejecutivos que conozcan el latido profundo de la ciudad. No siempre lo que les interesa, nos importa a los que vivimos en región. Y no se trata tan sólo de vivir aquí, sino de conocer eso que se llama la iquiquiñez. Conocer la región por dentro implica saber lo que motiva a los nuestros, los que nos duele y lo que nos provoca.
Lo que le pasó a la Zofri sucede en otros ámbitos también. Podemos llenar páginas sobre aquello, por ahora sólo importa ver como a la luz de lo vivido, podemos construir una ciudadanía regional capaz de movilizarse en forma autónoma por lo que es nuestro. Y afortunadamente hay buenas señales.
Escrito en mayo de 2010. No publicado en la prensa.