Hay gente iquiqueña que tiene tesoros en sus casas que ni ellos mismos se lo imaginan. A lo mejor por eso lo tienen en el patio. En baúles que cualquier pirata se lo quisiera para sí. Tanto por el baúl como por lo que tienen dentro. Don Germán Carrera, del barrio El Colorado, o lo que queda de este habitat donde el Tani corría su gloria, tiene en el fondo de su casa, cajas con tesoros, que como ya dije, y en el redundar no hay engaños, son tesoros.

Tiene don Germán, primero que nada, una risa nada fácil. Pero, a cambio tiene una sonrisa de pasaporte a la sociabilidad que da envidia. El, como todo buen iquiqueño, es historiador. Pero, a diferencia, de los malos iquiqueños, no se jacta de ello. El va por la vida, o sea, por Tarapacá hacia abajo o hacia arriba, con los pasos que los años de la caleta-puerto-mall, han apresurado.

El sábado por la mañana, cuando los iquiqueños salimos al centro, no a comprar, sino a saludar a los amigos, uno puede saludar a don Germán Carrera.

Hay en su casa, insisto, un tesoro de eso que a los bibliotecarios, agentes de bancos y políticos en el poder, no les gusta. O que miran con desdén. Arrumado en cajas, pero no en forma descuidada, vive su sueño eterno la colección completa de la Revista Estadio. Casi al lado, en otra caja cientos de revistas Ecran. Y es que el deporte como el cine, son pasiones que don Germán transformó en placeres cotidianos.

En noches de luna llena y cuando Deportes Iquique gana, se escucha, en el patio el vals de Iquique, y el Mono Sola baila con la Ava Gardner. Ariel Standen conversa con Charlton Heston y Oscar Benimellis coquetea con la Judi Garland. Anthony Quinn, celoso se viste de Zorba el Griego.

Don Germán cuida estos tesoros, como sólo él sabe cuidarlos. O sea hasta con un cierto aire de descuido. Pero, él sabe que tiene un tesoro, que a los bibliotecarios, agentes de bancos y políticos en el poder, no les gusta. Esto ya lo dije, pero no está de más repetirlo.

¿Qué será del tesoro de fotografías y de crónicas que Raúl Duarte Rivera acumuló por tantos años? ¿Dónde estarán esos goles del ex-estadio municipal? ¿En qué redes se habrá perdido para siempre ese gol de Rubén Ahumada?.

La colección Estadio-Ecran como dos símbolos de los años cincuenta, y que el barrio leía, bajo el único palo de poste que alumbraba con modestia, al tañir de las campanas de la iglesia San Gerardo, yacen bajo los siete cerrojos que don Germán mandó a construir, al Ferrocarril por supuesto, para cuidarlos. En ese encierro la selección de San Enrique visita en silencio cada vez que puede Hollywood.