La xenofobia en tanto práctica sociocultural necesita encontrar un grupo humano y argumentos para reproducirse y actualizarse. En Iquique de principios de siglo XX la elite blanca y europea encontró en los chinos el colectivo en quien sintetizar los males de la sociedad. La escritora Susan Sontag en su libro   «El sida y sus metáforas», nos enseña como ciertas enfermedades operan como movilizadores de xenofobia, homofobia, entre otros.

La enfermedad, en este caso, la lepra tiene una carga colonizadora que va más allá de su mera existencia. Las enfermedades contagiosas, del tipo que sean, actúan como movilizadoras de miedos, inseguridades y sobre todo de temores inculcados desde la clase social, y transmitida a través de diversos.

La lepra en la actualidad y en Chile, tendrá un efecto mayor, en términos simbólicos, si se focaliza en un grupo como los haitianos. La sumatoria de leprosos y de afro-descendientes, produce en la elite blanca y en el pueblo desinformado (¡la mayoría!), consecuencias catastróficas.  Y la respuesta será una sola: cerrar las fronteras. Ya sabemos que quienes aducen razones raciales, están prisioneros de la gramática del fascismo. Se produce entonces una doble discriminación: padecer una enfermedad y tener una piel de otro color.

Bahba un teórico contemporáneo afirma que la piel no tiene color. Es el discurso neo-colonialista el que construye diferencias simples, pero de consecuencias terribles. La experiencia del holocausto judío  y del apartheid en Sudáfrica, así lo demuestran. Los afro-descendientes se han convertido en el nuevo chivo expiatorio que esconde las verdaderas causas de los fenómenos: la desigualdad, la inoperancia política, etc. (En la década de los años 60 dos jóvenes haitianos llegan a estudiar a Iquique, a la escuela Industrial. Uno de ellos, Hervé Lebreton, graba un disco y ahora es artista en Canadá).

No olvidemos que en el Norte Grande la población afro-descendiente forma parte de nuestro paisaje.  Pero la hemos invisibilizado y con ello negado una potente herencia y un futuro que no hemos sido capaces de delinear.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 6 de agosto de 2017, página 25