El domingo es el día de misas, de desfile, de siesta y de goles. Sabíamos que era domingo, porque mamá nos cocinaba con alegría nuestro plato favorito. Le llamaba carne a la tirolesa. Sabíamos además que era domingo, el día más esperado, porque en la tarde de ese día Deportes Iquique se enfrentaba a Colo Colo en Santiago. No se hablaba más que de ese encuentro. Y no sólo en clave futbolística, sino que también en consideraciones geopolíticas. El Estado luego de la crisis del salitre nos había abandonado. Iquique estaba curtido en este tipo de enfrentamientos, entre Estado central y regiones anexadas producto de la guerra del Pacífico. Mi padre tenía el corazón partido. Era socio con carné al día del Cacique y era iquiqueño a más no poder. Pero, él había partido el año 1975 a mejor vida.

La tele no transmitió. Había que escucharlo por radio. Una radio con cassette marca Nippon comprada en la Zofri, sirvió para sufrir y luego estallar en alegría. La voz de Pedro Carcuro nos llevó a cada casa los pormenores y pormayores de ese encuentro. Era David contra Goliat en la casa de este último. La figura del Tani, de Godoy, de Choque, de Ostoic, y sobre todo de la virgen del Carmen y de San Lorenzo nos protegían y a ellos no encomendamos. Los dragones celeste como si lo anterior fuera poco, llevaban una oveja como amuleto.

Fueron dos goles hermosos esta tarde del 13 de abril santiaguino, de 1980.  El primero del gran Fidel Dávila, “Gega me habilita, me enfrenté a Osben y se la piqué… y ahí quedó”, me lo contó con la humildad de lo que son buenos. El segundo fue la consagración. El gol para que no quede duda. Omar Sauvageot dejó al gato Osbén, mirando a la carnicería. El cacique descontó con un penal. Siempre hay penales para los albos.

 

Iquique se llenó de bocinas y de caravanas de autos made in Taiwán. Los suzuki, se adueñaron de la ciudad. Al día siguiente, los esperamos y los apludimos como en aquella vez que Iquique el año 1943, ganó el Absoluto. Llegaron todos los jugadores, dirigentes y cuerpo técnico, menos la oveja.

Bernardo Guerrero

Sociólogo. Unap