El año 1992 bajo la inspiración del profesor Jorge del Solar nacen en  la Universidad Arturo Prat la Tuna del Distrito. El 10 de este mes celebraron en la Sala Mayor del Teatro Municipal un año más de vida. Enraizados en la tradición universitaria de Salamanca, estos estudiantes iquiqueños recrean una estética pícara y gozosa. ¿De dónde viene este cantar?.

Diversas manifestaciones musicales que aún subsisten nacieron presumiblemente en el siglo XII. Trovadores y juglares -no sólo se agotan en la dimensión musical, tal cual la entendemos hoy-  son los encargados de transmitir, vía la tradición oral, los sucesos y acontecimientos que suceden en sus comunidades. Guerras, pestes, amores bien llevados y también de los otros, son temas que ocupan a estos historiadores-cantantes. La picaresca y la burla  se inscriben como estilo de un mundo, el medieval.

La promesa de una vida mejor después de la muerte se conjuga con una vida en el más acá profundamente estratificada. Las desigualdades son el pan de cada día, escaso por lo demás.  Francia, Italia y España son citados como las regiones donde este tipo de cantos se desarrollan más fuertemente.

Los tunos,  parecen ser un subgénero, en el buen sentido de la palabra de todas estas manifestaciones.

Nacidos al calor del aula universitaria, recogen muy bien, en una especie de autobiografía social, la vida del estudiante. Azarosa e irresponsable, hedonistas y carentes de recursos económicos, estos jóvenes, recrean con sutil humor y clara ironía los vaivenes de sus vidas. Vida corta, pero  que algunos quisieran prolongar por siempre. Los tunos, son  en consecuencia, la crónica social y sentimental de los estudiantes, nacida en España, y especialmente en la Universidad de Salamanca.

En Iquique, donde “lo que  natura no da,  la Unap tampoco otorga”  han sabido desde hace siete años, replicar esa tradición. Agudos observadores de la vida no sólo estudiantil sino también comunal, la Tuna del Distrito,  bajo la dirección del carismático Anthony Ortiz han sabido mantenerse en la retina del público iquiqueño.

Gracias a un repertorio clásico (La Pulga debe ser su tema top) y al uso de ciertos recursos teatrales, estructuran un espectáculo ágil y creíble. Adaptaciones de temas relativamente modernos le otorgan una frescura tal que les permite divorciarse como reecontrarse con la cultura tunesca. Una virtud sin duda alguna. Un lujo no sólo para la Unap sino que también para la ciudad.