La historia de la música popular iquiqueña, sobre todo aquella que se regía bajo el protocolo del rock y de la nueva ola, es bastante rica. Sin embargo, no se ha escrito mucho sobre ella. Hubo dos grupos musicales emblemáticos que modelaron el gusto, la moda y el imaginario de los jóvenes de entonces. Los New Demonds y Los Angelos. Y por cierto The Ralbepp, que echó la semilla en aquel surco cuya planta en forma de disco 45 rpm, habría de agitar los tocadiscos y el dial de las tres radioemisoras de esos años.

Los dos grupos que grabaron discos, cuestión que en esa época era casi una odisea, se caracterizaron entre otras cosas, por la calidad de sus músicos y sobre todo de sus vocalistas. Eduardo “Lalo” Espejo y Luis Alberto. Ambos eran modelos a seguir. Poblaron el imaginario citadino con sus gestos, formas de vestir y de caminar.

Mi relación con ellos es por cierto de admiración. Con Lalo Espejo me une un cariño que creció siendo un adolescente que fanaticaba con ese grupo en la que el “Loro” Boero y el “Pato” Pineda, entre otros, renovaban la música popular del puerto.  Luis Alberto ha sabido cultivar cierto aire de misterio que le queda tan bien como esos trajes de moda Mao de color verde con la que se presentaban en el parque Balmaceda. Con ello quiero decir que a pesar de no ser su amigo, lo siento como tal. Nació el año 1943, estudió en la escuela 3 de El Morro y se crío palomillando en Obispo Labbé con Latorre.

Mientras escribo estas notas escucho su grabación en ese disco 45 rpm que nunca he podido conseguir. No lo he tenido a la vista como diría un notario. Pero si habita en ese jardín de la memoria que cultivan tan bien los iquiqueños. Nuestros músicos como Carmelo Dávila, Luis “Checho” González, Waldo Pardo entre otros, merecen que sus nombres se integren en la gran enciclopedia del puerto grande.

Luis Alberto sintetizaba muy bien el sueño del pibe del barrio. Es que cualquiera de nosotros podía haber sido como él. Pero la diferencia estaba en el talento. Y esa es mucha, pero mucha diferencia. Nacido del barrio y formado en la escuela del mismo barrio, supo encontrar en la música popular su carné de identidad. Los Angelos, estaba compuesto por Lucho Vega, Darío Ojeda, el «Chico» Freddy y Juan Carlos Marambio. Grabaron “El Milagro de tus Ojos», un tema de José Julián. “Cada vez que pienso en ti, nace un mundo dulce y nuevo…”, en la voz de Luis Alberto Cejas, encendías las pupilas de todas las mujeres que agradecían que el rock también se hiciera en Iquique.

Me gustaría que los músicos jóvenes que hay muchos tributaran la memoria de sus padres encarnados en Los New Demons y en Los Angelos. Un disco tributo en que compartan las voces y los sonidos, los de ayer y los de hoy. Un disco que opere como puente entre generaciones. Es muy probable que los muchachos de hoy, sus padres o abuelos, los hayan concebidos teniendo como marco de fondo el sonido de Los Angelos y la voz inconfundible del “Negro” Luis Alberto.