Pocas veces el mundo se había parecido tanto a una película del oeste. El género del western tan epopéyico como lo pensó Houston, y tan irónico como lo realizó Leone, ha adquirido  una desagradable  actualidad. Pero, ya no son los mexicanos los malos, son ahora los iraquíes. Ya no es el bueno, el malo y el feo. Sino que son dos malos y un feo. Aznar, malo, además.

La prepotencia de Estados Unidos alcanza su mayor nivel de paranoia. El mundo, según Bush, necesita de esta guerra, de esta nueva cruzada, para liberarse de los demonios, y de paso, controlar el petróleo.

Bush pasará a la historia como el gobernante que impuso su voluntad, desoyendo a la humanidad que clama por la paz.  Saramago, activista por la paz, escribió con ironía y certeza  “Amenamente estaban Bush, Blair y Aznar charlando sobre lo divino y sobre lo deshumano, seguros y tranquilos en su papel de poderosos hechiceros, expertos en trucos de trilero y conocedores de eméritos de todas las trampas de la propaganda engañosa y de la falsedad sistemática, cuando en el despacho oval donde se encontraban reunidos irrumpió la terrible noticia de que los Estados Unidos de América del Norte habían dejado de ser la única gran potencia mundial. Antes de que Bush pudiera asestar el primer puñetazo en la mesa, vuestro presidente José María Aznar se dio prisa en declarar que esa nueva gran potencia no era España. «Te lo juro, George», dijo. «Mi Reino Unido tampoco», añadió rápidamente Blair para cortar la naciente suspicacia de Bush. «Si no eres tú y tú no eres, ¿quién es entonces?», preguntó Bush. Fue Colin Powell, mal creyendo él mismo en lo que estaba pronunciando su propia boca, quien dijo «La opinión pública, señor presidente».

En esta nueva y dramática versión del western, los tres pistoleros dispararán a la bandada,  e infantes y niños caerán como palomas. Y es que lo son. No defendemos a Saddam Hussein, obviamente que no. Pero, creemos en la capacidad de la diplomacia para llegar a acuerdos. Hoy es Irak, mañana Corea del Norte, ayer fue Vietnam.

La opinión pública, aquella que no siempre cabe en la CNN, es la única capaz de exhibir un capital cívico que no se deje manejar por otros intereses,  que no sea la búsqueda genuina de la paz.  Hoy más que nunca la paz es un imperativo.

Cuando los malos y los feos, lancen mísiles sobre la Mesopotamia,  la historia que todo o casi todo lo registra, tendrá que homologar a Nerón con Bush. Ya  lo  sabemos, el hijo de ex-presidente,  es capaz de quemar la humanidad.  El western sigue animando buena parte de la política internacional de los  Estados Unidos.

 

 

Publicado en La Estrella de Iquique, el 18 de marzo de 2003