Galván, Manolo fue el cantautor de los setenta que nunca se llamó como tal. Tenía una voz pastosa y una barbilla de pintor surrealista. Le hizo en agradecimiento una canción a Viña del Mar de la que nadie, al parecer se acuerda. Yo si, pero no mucho. Pero está en  el pendrive de la memoria:

Serena como un cielo de verano
Tendiéndome su mano
Me dijo que hay caminos con espinas
Que dañan las vidas
Que ya no necesita mis palabras
Que quiere andar su vida ya sin mí
Y descubro que mi orgullo era mentira
Y de nuevo con mis lágrimas dije así:

“Te quise, te quiero y te querré” cantaba en son de amor eterno, casi militante, ortodoxo. Sus canciones limitaban con la poesía de tarjeta Village lo que para la época no estaba mal. Acuérdense que en esos tiempo se vendía en forma de afiche el epigrama de Ernesto Cardenal: “Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido…” una especie de libro de contabilidad de amor, en la que siempre gana el que saca las cuentas. Algo falló porque el enamorado se nos metió a cura, a guerrillero, a ministro, pero siempre fue cura.

Te quise, te quiero y te querré (Coro 1)
De la forma que tu quieres que te quiera
Y no hay nada ni nadie
Ni lo habrá
Que me pueda hacer pensar de otra manera
Me dices que me vaya yo me voy
Pero mi alma vivirá en tu habitación
Te dije, te digo y te diré
Que te quiero más que a nadie
Y te querré de la forma que tú quieres que te quiera

Otra de Galván. La del abuelo, un himno a la tercera edad o al adulto mayor, palabras que no se conocían. Narra las desventuras de llegar a viejo. Serrat tiene un tema parecido, pero el pueblo, el memorioso prefiere la de Manolo. El pueblo tiene razones que el cantautor ignora.

En mi barrio, un trío de oro, le cambió la letra y se la dedicó al Marcelo “Burro” Herrera. “Por que te marchas Marcelo…”. El Toni, el Mincho y la Oveja” se dieron un festín etnográfico con el barrio. En la canción que ellos adaptaron está todo el barrio de la Plaza Arica. Creo que Galván no sabe de esa adaptación.

El trío criollo del barrio, ya no existe, el Toni se dejó morir del mejor modo que pudo, se reventó el hígado a golpe de vino tinto. Lo que no tuvo en vida se lo dimos en el funeral.

Galván, Manolo fue el Silvio y el Aute de esos años del japping y de la dictadura, de la Zofri y de Pisagua, del Liceo Escasce y de CIDEC (¿te acuerdas gitana?).

Hoy lo tengo en la memoria fresquita como si fuera pan calientito del Mercado.

Grande Manolo, no te me mueras nunca.