1910-1979

Nació en Taltal y muere en Antofagasta.

 

Mario Bahamonde
Caudillo de la Refundación Literaria
para la Soterrada Dignidad Del Norte
(Alberto Carrizo)

RETRATO
Rostro surgido en «Ceremoniales del Tiempo» cuando la «Gente de Greda» acaudilló el pretérito; de mirar atrapado entre el cristalino de lo épico y la pupila de cabildo abierto; de mentón macerado para decisiones secretas; cazurra sonrisa semiescondida entre los años; de cierta y oculta altivez española para zanjar la pasión y el dolor; una voz de afluente delgado pero con recuentos de un largo río; ancestro de Apir, «Futre» y sureño y pampino y chasqui porfiando el linaje; en su andar lleva la prosapia de su escudo de armas; su habla en círculos, antes que García Márquez, dibuja una boca de enigma que esconde preguntas dejadas al sueño de alba; un hombre grande dentro de un gran hombre que maceró cada palabra antigua para trocarla en filón de fuego en los tiempos de ocaso.

HOMBRE
Taltalino, de oda en vino alegre, para demostrar que su pueblo era la metrópolis del tiempo ido; conocedor de gatos querendones, tiñosos y puteros de tejados; amador taciturno y confiable de Germana, su gioconda pasión y muerte; desde el Barros Arana, la Universidad de Chile y los rajos abiertos del desierto, siempre repoblando claves del idioma; porfiado de sufrir, estoico como un reloj de arena devolviendo cada vuelta de la vida; líder de sus ideas, emancipándolas a tiempo; ácrata vital, comunista entre ceja y ceja aunque releyendo libros ásperos del otro mundo; artesano de pedal para subir los «tipos» en la caja grande del «Filete», imprentero a saltomata; cofundador del Corpus ancestral nortino: cateador de poetas y hermanos de cotona roja; académico de sus aciertos, pero en sigilo escondiendo al caudillo de sí mismo. Sabio en premoniciones y aranceles éticos. Cabal, Hombre Cabal.
COFUNDADOR
«…Mirado desde abajo parecía la imagen de un pregonero invocando al destino…» (1)
Sin proponérselo, el escritor que entrega luces altas para reconfigurar el pretérito, se transforma en paradigma que otros descubren, cuando ya no está en esta cáscara terrestre. Al buscar las actas de la memoria colectiva del norte chileno –que no tiene actas de «Fundación», pero sí de «Toma de posesión»- para abrir cauce legítimo emancipador al relato histórico-Mario Bahamonde surge como cofundador de una literatura que desciende desde el alto cordilleraje secular, con la Huipala, símbolo universal restringido, pasa por los sabanales desérticos, asoma la redondez costera de oteros y se interna en un proceloso mar que empieza a tener apellido nuestro. Con Andrés Sabella y otros, construyen una cosmovisión redencional que pone a salvo nuestros prototipos venidos «enganchados» en trenes salitrales y a la vez concede validez universal a lo pensamental de los tiempos epopéyicos vividos entre camanchaca, hojalata y calamina de vivienda, turno C del miedo, violación de «rajos», «Ficha-Plusvalía», mítin que inventó el puño alzado con la impotencia, sangre a mansalva consumada por matarifes de la idea, ganancia llevada hasta otro mundo fácil mientras el armagedón secaba las últimas «bateas» del salario, hasta la final superpoblación del viento a solas y las arañas muertas de hambre.
«Camanchaca de espumas» (2) inicial veterío lírico de Mario; también se le denomina póstumamente: «Sonetos y Camanchaca»; «…furia y duelo, todo el desierto estalla/ en una inmensa llamarada/… «; asoma pronto «Tres cuentos del norte» (3), donde surgen los héroes anónimos, los antihéroes, ya se funda la palabra en clave; la tragedia de la violación del horizonte, en «Pampa volcada»; la noche, el silencio, el destino de los desarraigados de valles, ahora obreros, asoma ardiendo en «De Cuan lejos viene el tiempo»; se funda una revista después del asombro de «Ala viva» al amparo universitario; Mario es ya un cateador maestro del reciente pasado salitrero; «Soledad en la Puna», lo confirma en miles de ejemplares editorial Quimantú; Mario insiste, investiga con ojo inquisidor y didáctico: «Pampinos y salitreros», es como posdata de tanto retrato emocional. Y «El caudillo de Copiapó», tiene en formato breve toda la anticipación de forma y fondo que después, otros continuarán para confirmar la fundación del tiempo social lbertario; «Derroteros y cancalla» es la reminiscencia confirmada del ánima inicial nortina… La muerte es una batalla que adelanta el exilio emocional y el silencio de las linotipias: 1979 un siglo de refundación. Llora a su lado, con mordido dolor Germana. Caudillo atado a su féretro. Afuera, un tiempo de multitud detenida.

CONCIENCIA
Osvaldo Maya Cortés, académico de la lengua, sostiene que «conciencia histórica y temporalidad proyectada al mundo nortino son rasgos manifiestos en todos los fragmentos de teorización novelística que Bahamonde diseminó en sus escritos… (4)» Mario lo confirma escribiendo: «….mi tierra es un paisaje arrepentido en medio de una historia heroica…» (5)
Cuando se revisa el binomio tierra-hombre, no siempre encontramos las claves que nos permitan suponer una suerte de concepción ética del universo plasmado por el escritor. Pero en Bahamonde cada cuento, cada novela, es una confirmación de que dicha conciencia es producto de un punto de apoyo ideológico, que aunque tenga hebras de mesianismo, no amaga ni el universo literario creado, ni revira la realidad formal; la temporalidad es una consecuencia del espacio-tiempo que descubre, entre la trabazón del historicista y la premonición e intuición del creador.
Bahamonde escribe: «…cada hombre tiene sus propios ojos/ para querer a su modo las cosas de la tierra/yo tengo mi corazón para escribirlas…»/ (6)
Por eso, cuando se busca con terceras o cuartas lecturas, sus obras resienten cualquier escatología y asoman a un sereno magisterio vital: «…Nó Aliro, la muerte no es tradición, la muerte es la muerte nada más. Es como la vida… sin la tradición no hay memoria y todo se olvida. Y eso no sirve… Aliro» (5)
En el cuento «La creación según San Mario», de fuerte satira se hace parodia de los siete días de la creación y en un solo verso mezcla conciencia histórica y temporalidad, al escribir: «…. en el séptimo día fue la alienación… » (4)
FABLADOR
Porque la fundación de la palabra está más allá del territorio de las banderas, Mario nos insistía: «Viajen, rebusquen, fichen, clasifiquen, relean, deduzcan, intérnense como viajantes entre las sílabas, muerdan su carne desgastada, exilien el polvo que las prohibe y las inhibe». (7) Y así, fuimos seis académicos de la Universidad de Chile-Antofagasta, que por años, hurgamos el alma de la palabra, después de las direcciones y los rumbos que trazaba Mario. Cuando se hizo la primera edición –a mimeógrafo- numerada en el 71, Bahamonde en una «proclama inicial» confirma: «… el norte, es una conciencia para sus hijos y una violenta necesidad para el país…» (8); miles de autores, libros, revistas, periódicos, constituyen el vademecum descomunal llamado «Guía de la producción intelectual nortina», que a la fecha aún no llega hasta la impresión computarizada, por razones antiguas y recientes, constituye el principal torreón intelectual, por donde asomarse, para encontrar nuestro acervo nortino. Siendo un material bibliográfico «per se» adquiere, al revisarse, un pulso de epopeya fablada, del que nadie escapa, ni siquiera quien intenta morigerar sus descubrimientos más intangibles en el tiempo.
En 1978, -ya convertido en académico correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua- edita su «Diccionario de voces del norte de Chile». Explica:…..»
«….el estudio de las voces en un modo de entender la relación hombre-tierra-época… (9)» Toda laguna cultural es rescatada: geografía, toponimia, etimología, ciencias naturales, folklore, minería, tipología social, leyendas, habla, etc., en un mundo que sólo puede ser parangonado con la obra master de Zorobabel Rodríguez. Las muestras de poesía popular al inicio de cada letra del diccionario, son como enclaves envolventes del propósito central.
El fablador Bahamonde descubre el íntimo verbo de la Mistral, cuando describe su paso por Antofagasta en la obra que subtitula: Años de forja y valentía». Lo que nadie dijo de ella Mario lo sustantiva: «… los sueños son flores naturales que no se marchitan… » La «elquina fantaseadora y voluntariosa» (10) es explicada en su acertijo eje.
CID
Después de muerto Mario aún cabalga por estos andurriales, estas altas y bajas mareas, estos salitrales, estos chuscales, estos costrones agonizando azufre, estos bofedales eternos como las lluvias, : «…¿recuerdas hermano Juan?/ somos el alma del tiempo/ que viene hasta este lugar/tierra, silencio y soledad! Qué distancia a lo de entonces/ ¿recuerdas hermano Juan? (11)….»
Andrés Sabella, emulador de caudillaje, en homenaje especial de su colección «Hacia» –91 arguye: ….» si el escritor es lo que son sus palabras, Mario estaba hecho de aquellas que no echan resplandor, sino ciegan por su profundidad. En tal sentido era nortino desde la cal hasta la voz…»(12)
En la novela «Gente de Greda» o «los Ceremoniales del Tiempo, editada post Mortem (última novela) no transige con la verdad del Chile de la década del ochenta, en que el desplomado cielo de la libertad desdibujaba la esperanza; el universo del valle del Elqui es la transposición atemporal y el río, del mismo nombre, el circuito por donde se reintegra el hombre a su aventura secreta de vivir en la dignidad del pensar en albedrío; «…prefirieron no morirse para quedarse en el valle… por eso, seguramente, chavilca, que ahora último en estos días no más, los metían a la cárcel y los fusilaban así, sin sentencia ni juicio; decían que los mataban para hacerles un favor». (5) Las antinomias juegan un papel de rigurosidad estética, conllevando un doloroso catastro ético…» sin la tradición no hay memoria y todo se olvida. Y eso no sirve Aliro…(5)» La voz se pierde entre los dédalos. La protagonista reinventa la vida a través del bucólico paisaje-desenlace: «…fugarse empujando los sentimientos hasta arrastrarlos más allá de la existencia…» (5)
Mario Bahamonde, es caudillo de una literatura nortina que deja desentrañada en la hora más difícil de la noche de Chile.
«…Dignidad, sólo dignidad para enfrentar las indignidades. Las obras son producto del hombre, el hombre es producto de sus obras…(4)»epiloga un largo estudio, del académico Maya Cortés, sobre Bahamonde novelista.
Hay que apostar por la nueva dignidad de nuestra literatura, signada como cábala para retener las nuevas señales del espacio-tiempo que vivimos.
La obra de Mario Bahamonde así lo exige, para la continuidad del ser.
Alberto Carrizo
Miembro Sociedad Escritores de Chile
Nº 124
Verano del último año antes del 2.000
NOTAS
Mario Bahamonde: El caudillo de Copiapó «Novela Edit: nacimiento. 1977 – Santiago. Pág. 70.
Mario Bahamonde: «Sonetos nortinos» –Tríptico edición Ancora-Antofagasta. 1986
Corporación pro Antofagasta – Imprenta Atlántida Antofagasta: «Imágenes y personajes». 1995 – Págs. 25-26-27.
Osvaldo Maya Cortés «Mario Bahamonde, novelista. Ediciones Universidad Católica de Antofagasta. 1998 – Págs. 18-155
Mario Bahamonde : «Gente de Greda» o «Los Ceremoniales del Tiempo» – Novela – Editorial Nascimiento Santiago. 1981 – Págs. 164-21-33-164.
Mario Bahamonde: «Canto a la tierra del norte» Díptico. Sin fecha; Ref. en (4)
Alberto Carrizo: reconstrucción oral de sesiones de trabajo en serv. Extensión Universidad de Chile, Sede Antofagasta: años 1989-1971.
Mario Bahamonde: Director – Colaboradores: Direc. Tca.: Germana Fernández – colaboradores: Ximena Warken; Alberto Carrizo – Eduardo Díaz – Frieda Ramírez – Ana María Godoy -: «Guía de la producción intelectual nortina. – Ejemplar mimeografiado Nº 163 prolegomeno inicial s/n Págs. Del Director.
Mario Bahamonde: «Diccionario de voces del norte de Chile».-Editorial Nascimiento 1978 – Stgo. Pág. 7
Mario Bahamonde: «Gabriela Mistral en Antofagasta». Años de forja y valentía – Editorial Nascimiento. Stgo. 1980 – Pag. 180.
Mario Bahamonde: «Antología de la poesía nortina». Compilación y notas. Universidad de Chile – Depto. de Extensión Universitaria – Antofagasta. Edit. Universitaria – Stgo. 1966 – Pág. 32.
Andrés Sabella – Director – Colecciones «hacia» – Cuadernillo 92 – «Tierra y sol» – Homenaje a Mario Bahamonde – Pág. 3.

La Voz del Norte Grande
Pedro Bravo Elizondo
Wichita State University

No conocí personalmente a Mario Bahamonde. Supe de su existencia por sus libros. En 1984 fui a Antofagasta en un viaje que tenía un doble propósito: entregarle una copia de mi libro Los «Enganchados» en la Era del Salitre (1983) y conversar con él y con ese otro «chango» que fue Andrés Sabella. Bahamonde ya no era parte física de Antofagasta, pero su compañera Amanda Fernández fue lo suficientemente gentil para comunicarse conmigo. Con Sabella disfrutamos una agradable conversación y recuerdos que nos unían, el salitre y sus historias.
Quiero referirme a una parte de la producción literaria y bio-bibliografía de Mario Bahamonde, que es la que conozco mejor y me ha sido de una utilidad inmensa en mis investigaciones, tanto literarias como históricas. Su primer libro «Pampa Volcada» (1945), deja un retrato de algunos personajes de la pampa salitrera, como «El viejo experiencia», narración que sigue los pasos de un «Bildungroman», o sea el aprendizaje de un joven egresado de la Escuela de Minas de Antofagasta quien debe enfrentar con sus conocimientos teóricos, la experiencia y cazurrería de los viejos pampinos. El segundo, «El cara´e Picante» nos presenta la actitud de los viejos trabajadores ante la vida, un dedo menos sacrificado para cobrar la indemnización correspondiente a un «accidente», y saciar esa sed pantagruélica que lo acosa. El último, «El milagro del viejo Avelino», nos cuenta las supersticiones típicas de la pampa salitrera.
Su segundo libro, «De cuán lejos viene el tiempo» (1952), trae consigo cinco cuentos, que según sus críticos señalan una nueva etapa en el desarrollo literario del escritor antofagastino (Yerko Moretic, El relato de la pampa salitrera, 1962):51. Luego aparece Huella rota (1955), la vida y penurias de un obrero de Chuquicamata, Rojo Muñoz, quien vivió el período del dictador Carlos Ibáñez y luego la etapa desencadenada por Gabriel «Gabito» González Videla. No es difícil darse cuenta que la línea narrativa de Mario Bahamonde va por los lindes de los integrantes de la llamada «Generación del «38», es decir, hombres y mujeres íntimamente ligados al cambio social que promueve la corta presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941).
Pero es una pequeña narración, Ala viva, 1956, historia de una garuma, es ave nortina tan peculiar que vive tan cerca de ellas, en las lanchas ancladas en la bahía de Iquique, o quizás por ser obra de un nortino que se adelanta a Richard Bach el autor de Juan Salvador Gaviota, best seller y film de los años setenta (1973), presentándonos en una hermosa metáfora la vida y milagros de la pampa salitrera, y esa unión inconfundible con el mar y sus elementos. «Ala Viva», el personaje de la historia es luego definido por Bahamonde en su «Diccionario de Voces del Norte de Chile» (1978): Garuma, ave marina de unos 40 centímetros de largo, de plumaje café y apariencia modesta. Vive en las playas arenosas, esquivando a las Gaviotas. Es el pueblo de la avifauna y con razón en el habla nortina al pueblo suelen llamarlo «garumaje». No se necesitan más explicaciones para entender a dónde va el escritor con su narración. Y hagamos la diferencia entre Gaviota y Garuma: la primera es agresiva y hasta canibalescas; la segunda, devota de sus polluelos que busca en la pampa el lugar adecuado para depositar sus huevos y cuidar de su prole.
En 1996 la Universidad de Chile en Antofagasta, le publica Antología del Cuento Nortino: Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Coquimbo, la cual contiene casi veinte páginas de «Notas sobre el desarrollo de la literatura nortina», e incluye treinta escritores entre ellos una mujer, Carmen de Alonso. Menciono el hecho, por estar de moda la literatura feminista. Bahamonde no ignora a la mujer y quien se dé el trabajo de leer cuidadosamente las «Notas», encontrará nombres y agudas semblanzas de estas pioneras literatas de nuestro Norte de Chile, como Rosario Orrego Chacón (Copiapó), Lucrecia Undurraga (Illapel), Nicolasa Montt (Freirina) y la contemporánea Dinka Ilic.
Para el investigador de la historia literaria del Norte Grande, el trabajo en equipo de «Investigación y difusión», como subtituló la bibliografía Guía de la Producción Intelectual Nortina (Antofagasta: Universidad de Chile, 1971), es sin lugar a dudas, la herramienta más valiosa que Mario Bahamonde y sus colaboradores hayan entregado a la luz pública. Diría que está todo lo que se necesita saber, y si algo faltare es el lector/investigador quien debe aportarlo, pues los cimientos de la obra son tan macizos que endilgan a quien quiera utilizar ese conocimiento, en la dirección correcta.
Pero este hombre inquieto, con ese apresuramiento conque la vida a veces nos impulsa, no podía descansar. En esa fecha ominosa de 1973, Editorial Quimantú en su colección «Nosotros los Chilenos», entrega otras de sus investigaciones, Pampinos y Salitreros, en que la bibliografía citada no es el soporte básico de la estructura del libro, sino los datos que el escritor aporta de su experiencia y búsqueda de la información.
Si algo nos enseñó el maestro de Antofagasta, fue la lucidez de sus investigaciones, el cariño hacia sus personajes en las narraciones y el amor entrañable por la tierra, por ese desierto y ese mar que nos forjaron y nos hicieron lo que fuimos y somos. Nuestro mejor homenaje es tener la honradez que demostró en su vida como profesor, dando al César lo que es del César, es decir, no ignorando las fuentes del saber, como si lo escrito surgiera únicamente de nuestra maravillosa formación. De esta manera ayudaremos a futuras generaciones en sus investigaciones, con datos concretos, con nuestra honestidad profesional. Las obras, artículos, citas, notas bibliográficas que Mario Bahamonde nos dejara, nos permiten buscar nuevos senderos, emprender nuevas rutas, utilizar nuevas metodologías para escarbar en el pasado histórico, social e intelectual de nuestra tierra.

Mario Bahamonde y su legado
a la cultura del norte chileno

«La tierra siempre es el más viejo dios»
Mario Bahamonde

José Antonio González Pizarro.

RESUMEN
El artículo presenta las contribuciones del escritor y académico taltalino Mario Bahamonde sobre la propia literatura nortina y, especialmente, sus reflexiones en torno de la nortinidad y sus antecedentes, la tradición de los ancestros atacameños y pampinos, y su preocupación por exhibir el nortino en la actualidad el desapego de no echar raíces y por ende, una despreocupación general por su historia, su literatura, sus leyendas y mitos.

MARIO BAHAMONDE Y SU LEGADO A LA CULTURA DEL NORTE CHILENO.
En la galería de los prohombres de nuestra literatura del Norte Grande, reparamos que sus existencias como sus obras, son símbolos regionales. Fueron sedentarios de su espacio y viajeros inmóviles en el tiempo. El rasgo de la nortinidad en ellos es un dictado geográfico, que los define y logra constituirse como el único elemento sostenedor del hecho regional literario. (1)
Mario Bahamonde, al igual que Andrés Sabella, Antonio Rendic, Oscar Bermúdez, es un símbolo regional.
Todos ellos radicaron el norte en sus corazones. Los unió el objetivo esencial de cómo servir al Norte en su cultura e identidad, en los años en que fijaron su residencia en Santiago, en razón de sus temporadas de formación universitaria o en las pesquisas en sus archivos. Para ello hiciéronse transhumantes de todo el norte, no importando el tiempo, rastreando su pasado prehispánico como el republicano, oteando la costa de los changos y los cormoranes, sintiendo el desierto salitrero de los mineros. Buscaron la tradición oral atacameña, la prosa proletaria y el verso imaginista, con asiento en los puertos, como baluartes identitarios.
En este ensayo nos adentraremos en la valoración del legado de Mario Bahamonde, que encierra gran parte de su lección imperecedera de su nortinidad.
Su quehacer pedagógico, como su afán de investigador y sus logros creativos, está inundado de amor por el terruño. Su voz alcanzaba un timbre de altivez, al quebrar el silencio del desierto caído dentro de nosotros (2), enseñando los ancestros del nortino, extraviados en la cerril topografía de quebradas y oasis o en las distancias muertas de la pampa.
Estaba hecho – apunta el crítico Martín Cerda de «esa materia que hizo grande al norte de Chile y altivos a sus mujeres y a sus hombres; el respeto a sí mismo» (3).
Bahamonde trazó para sí la aventura de escribir y recrear aquellos mundos que empezaban a desdibujarse en el inconsciente colectivo de los pobladores actuales de la región. Aventura, es decir, vivir ese acaecimiento extraño de narrar, hacernos conocer (4) la magia, lo cotidiano. La sencillez, la metáfora del acto fundacional por el hombre, de las cosas habidas en la naturaleza y el reflejo de éstas, ya distinguidas por la palabra, encantándole, como un espejismo, su propio habitar, en lo agreste y silvestre.
Este hechizo casi milenario en esta geografía que amamos, entrampó a Mario, en ese lúdrico enamoramiento que existe entre el hombre y su espacio, a través del lenguaje. Nos gustaría, al escuchar un relato, señalaba en 1978, que la fantasía de su vida fuera una verdad madura a lo lejos del tiempo, Porque sin tiempo no hay tradición. (5)

TIEMPO, TRADICION Y ESPACIO
El rescate del pasado es una acción mediatizada por la palabra. No importa las fórmulas «oral u escrita» que ésta emplee; la palabra constituye el puente entre el pretérito y el presente, iluminando la comprensión del sino histórico de los hombres en la comarca «árida, seca y caliente».
La palabra fertiliza al yermo y enlaza la costa con los faldeos cordilleranos. Su presencia denuncia las cosas existentes en esos lugares (6) y constituye, quizás, la expresión más preciada de la tradición nortina.
Materia, entonces que debe conservarse en la memoria común. Es la sabiduría que, proveniente del arcano temporal, se manifiesta de modo diverso: la toponimia, el habla popular, las leyendas seculares, la narrativa, etc.
El legado fundamental de Mario Bahamonde radica en su apego a – y capacidad de transmitir- los valores de la tradición en su Norte.
Al nortino le dieron esta franja absurda de la tierra, este historial amargo, esta leyenda triste del olvido le contaron el cuento del salitre,le sepultaron pueblos, le están abogando el cobre. Pero aquí estará el nortino, de pie como bandera, cuando el cuando de Chile tenga un cuando.
Nos dice en los versos de Les vengo a contar (7)
Su inclinación por los relatos cortos, por la narrativa breve, derivó, a nuestro entender, de la concepción que poseyó del cuento, como herramienta eficaz de envolver aquellas historias amargas, silentes de nuestro territorio, episodios de una historia más general. La lectura de sus cuentos nos envuelve, como anhelaba, en esa atmósfera de intimidad, de cercanía con lo contado, puesto que para el autor de Ala Viva, el cuento había nacido al amparo de los grupos de los fogones invernales, de los corrillos y de las letanías de las horas vacías. El cuento es pariente de esas leyendas o de esas historias narradas por un buen charlador en los ratos de íntimo reposo. De ahí nació su fantasía y su aire conmovedor. El cuento nació para ser contado. (8)
Gran conocedor de nuestros acervos literario e histórico, supo apreciar lo más auténtico existente en sus volúmenes que guardaban el pasado.
Confieso que una emoción muy especial me producen los libros sobre el norte. Nunca he medido en ellos lo puramente literario, lo que pudieran tener de mensaje sabiamente condimentado. En cambio, he intentado escudriñar lo que contengan de íntimo, de nuestro, de ese afán por decir y difundir las cosas que sólo los nortinos pueden sentir sobre el norte, anotó en su crónica «Una biografía de nuestro desierto», que publicara en El Mercurio de Antofagasta, en los años 50.
La tarea que se impuso fue ardua, perseverante y necesaria, como era la búsqueda de la tradición nortina, Había múltiples escollos que vencer. Lo conocido, en general, justamente por ser conocido, no es reconocido, había sentenciado el filósofo alemán Hegel, en su Fenomenología del Espíritu. Y esta premisa se volvía amarga realidad.
En su Guía de la Producción Intelectual Nortina consigna: En nuestro acervo regional hubo una música tan antañosa como los rastros remotos de la vida, que hoy desconocemos.
Y hubo una música que se desarrolló sucesivamente de acuerdo a la etapa que vivía la zona. Ya no hay memoria de las viejas cuecas mineras (algunas de cuyas letras hemos archivado) ni tampoco hay memoria de las cuecas pampinas, pero de la vieja pampa salitrera. De este mismo modo se ha ido perdiendo en el olvido el primitivo teatro minero o las antiguas payas populares o el refranero nortino y todo el saber que constituye nuestra alma regional». (9)
El obstáculo radicaba en el carácter del nortino: su olvido, esa carencia de raíces. A juicio suyo, el nortino, «además de ser hijo de la aventura, son hijos del olvido, lo que es peor. Y esta condición de olvidadizos nos empezó junto con nuestros primeros habitantes zonales». (10)
A esta falta de conciencia por la herencia o la tradición, uníase otro rasgo del nortino: no sentir aún la necesidad de buscar sus raíces.(11)
En este contexto habrá que valorar el legado de Mario Bahamonde.
En el norte, acota en su ensayo Pampinos y Salitreros, lamentablemente, toda la tradición se perdió y, en apariencia, será muy difícil recuperarla. Por ejemplo, nadie conoce ahora el idioma cunza, que hablaron los abuelos atacameños. La tradición se perdió por completo y desapareció sin más rastros ni justificaciones que nuestra propia ignorancia. Y lo que es peor, nadie sabe qué significan nuestros nombres regionales. Nadie sabe qué quiere decir Chuquicamata (dura lanza) ni Taltal (gallinazos) ni Calama (brotes, reverdecer) ni Loa (rápido, ágil), ni Iquique ni Tocopilla, ni cada uno de los nombres que señala nuestra toponimia. (12)
Si la palabra es la huella del deambular humano por el paisaje; del amor y temor del hombre por su entorno, nacen las leyendas que son la poesía del tiempo.
Para Mario Bahamonde, las leyendas traducían el saber popular ligado a la tierra y sus cosas. Tal como si conservaran el archivo de ese lugar y la herencia de los sucesos inscritos en sus piedras, le dice al lector, en su recopilación de las leyendas nortinas. (13)
Esta veneración por la sabiduría popular lo manifestó, de igual forma, por la obra lírica de Abraham Jesús Brito, el más grande poeta popular que ha producido el norte del país. (14)
La importancia de lo anotado, urgía a sus habitantes a rescatar su pasado histórico – cultural. El caminar del hombre en su geografía había asentado de modo inesquivable el valor de la palabra en su fauna, flora y toponimia, Territorio y palabra se enlazaban. Reflejaba al hombre y su circunstancia. Cualquiera denotación de lugar, localizado en el despoblado, sintetizaba para el nortino su percepción del mundo.
En cada lugar alguien enterró un nombre con una semilla negra: Agua Amarga, Indio Muerto, Piedra Colgada, Mantos de la Luna, Pampa Remiendo, Infieles, Silencio, Lobo Muerto, Monte de la Pena, Llano de la Paciencia o Ultima Soledad. (15)
Las voces nortinas-escribe en su Diccionario de voces del norte de Chile- «hunden sus raíces en los primeros habitantes de estas tierras, cuyo modo de mirar la naturaleza, había marcado la nominación de las aves y el verdor. La designación de los oficios mineros, de épocas más próximas a nosotros, proveyeron de un caudal de voces al habla nortina» (16).
Conservador de nuestro patrimonio cultural, observaba, con preocupación, cómo la modernidad impuesta por los medios de comunicación – uniformando el pensamiento y los modos de expresión «podía alterar el fenómeno lingüístico regional, perdiendo su vigencia, por lo menos ese sabor local que mantiene en ciertos aspectos. (17)
Hace más de una década, Mario Bahamonde, el escritor que quitó al tiempo el tesoro del hombre y lo dio a conocer entre sus coterráneos, partió a enseñar la nortinidad a la eternidad, dejándonos como legado suyo:
Procurar la defensa de nuestro acervo como un modo de cultivar nuestra herencia y de darle contenido a nuestra tradición.
Los valores del pasado se reflejan en los valores del presente, siempre que seamos capaces de conservarlos y comprenderlos (18).

NOTAS
Mario Bahamonde, El relato literario en el norte de Chile La naturaleza y el hombre en la novela hispanoamericana. Universidad del Norte, Antofagasta, 1969,79.

Mario Bahamonde, El silencio sobre la tierra, en M. Bahamonde, De cuán lejos viene el tiempo. Cuentos del desierto. Ediciones Grupo Letras, Antofagasta, 1957,79.

Martín Cerda, Mario Bahamonde, Las Ultimas Noticias, Santiago, 8 de Diciembre de 1979.

Cf. José Ricardo Morales, La disidencia del escritor. Una premeditación, Boletín de la Academia Chilena correspondiente de la Real Española, Santiago, 1974, n™mero 64,57.

Mario Bahamonde, Vino añejo de las leyendas nortinas, Atenea, Universidad de Concepción, año 1978, vol . 438,99.

El gran poeta alemán Stephan George expresaba, en su poema La palabra (Das Wort)»que no hay cosa alguna allí, donde falta la palabra». Cf. Dr. Otto Dorr Zegers, Lenguaje y existencia, Academia, Universidad Metropolitana de ciencias de la Educación, año 1985, Nº11,73.

Mario Bahamonde: Les vengo a contar en Andrés Sabella. Tierra y Sol. Homenaje a Mario Bahamonde. Colecciones Hacia Nonagésimo segundo cuadernillo. Año 1980, 24

Mario Bahamonde, Adónde está la diferencia entre el cuento y la novela El Mercurio de Antofagasta, 16 de enero 1949.

Mario Bahamonde, Guía de la producción Intelectual Nortina. Trabajo de Investigación y Difusión. Universidad de Chile, Servicio de Extensión. Antofagasta, 1971, El acervo regional nortino.

Mario Bahamonde, Pampinos y Salitreros, Editorial Quimantú 1973.

Mario Bahamonde, Guía de la producción Intelectual Nortina., op.cit.p.

Mario Bahamonde, Pampinos y Salitreros, op.cit.

Mario Bahamonde, Vino Añejo…, op.cit.p.100.

Mario Bahamonde, Abraham Jesús Brito y la poesía popular nortina, Ancora.. Revista de cultura Universitaria de Chile sede Antofagasta, año 1968, N†4,40.

Mario Bahamonde. Les vengo a contar, p.21.

Cf. José Antonio González Pizarro. Notas preliminares sobre la relación entre cultura y minería: Lenguaje, derecho y trabajo. Vertiente Revista de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Geológicas, Universidad Católica del Norte, año 11. 1995,70-77.

Mario Bahamonde. Diccionario de Voces del Norte de Chile, Ed. Nascimento, 1978,15.

Mario Bahamonde, Guía de la Producción Intelectual Nortina,op.cit.p.

BIBLIOGRAFIA
BAHAMONDE, Mario. El relato literario en el norte de Chile, en: La naturaleza y el hombre en la novela hispanoamericana. Universidad del Norte, Antofagasta, 1969.

BAHAMONDE, Mario, El silencio sobre la tierra, en: De cuán lejos viene el tiempo. Cuentos del desierto. Ediciones Grupo Letras, Antofagasta, 1951.

BAHAMONDE, Mario. Vino añejo de las leyendas nortinas Atenea, Universidad de Concepción, vol 438, año 1978.

BAHAMONDE, Mario Les vengo a contar en Andrés Sabella, Tierra y Sol. Homenaje a Mario Bahamonde. Colecciones Hacia. Nonagésimo segundo cuadernillo. Año 1980,24.

BAHAMONDE, Mario ¿A dónde está la diferencia entre el cuento y la novela? El Mercurio de Antofagasta, 16 de enero de 1949.

BAHAMONDE, Mario, Guía de la Producción Intelectual Nortina. Trabajo de Investigación y Difusión. Universidad de Chile. Servicio de Extensión. Antofagasta, 1971. El acervo regional nortino.

BAHAMONDE, Mario. Pampinos y Salitreros, Editorial Quimantú, 1973.

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