14 de diciembre de 1949.
“Y yo que soy de Iquique”.
El joven defensa central católico nos cuenta aspectos de su carrera y sus penas y alegrías en la selección nacional.
Cuando decidimos hacerle la entrevista a Mario Maldonado, lo dábamos como uno de los llamados a la multiselección que está trabajando los miércoles en Juan Pinto Durán. Y casi lo fuimos a buscar allá. Recién a última hora nos enteramos de que su nombre había sido eliminado de la última lista del técnico Rudi Gutendorf y por lo tanto debía estar entrenando en Santa Rosa de Las Condes con la Católica.
Son las diez y cuarto de la mañana y en el estadio católico se trabaja intensamente. Está casi todo el plantel (menos los seleccionados), practicando el golpe de cabeza en uno de los arcos. Unos defienden y los otros atacan. Desde ambos costados de la cancha están José Pérez y Guillermo Díaz enviando centros “a la olla”. Y entre el montón distinguimos claramente a Mario Maldonado, salta, cabecea, empuja, hace bromas, reclama y sobre todo ríe y bastante.
Poco después de una hora termina la práctica.
-Y que pasó…, no debería usted estar en Juan Pinto Durán?
-No, no…, eso ya terminó para mí. Pero espéreme un segundo o y conversamos.
Respuesta en tono medio en broma y medio en serio.
Al cabo de algunos minutos ya vamos caminando hacia el casino del estadio y mientras se abrocha la chaqueta y luego de pensar un momento comienza a hablar lentamente.
-Seguramente usted va a pensar que estoy resentido y que voy a referirme ácidamente al entrenador por haberme eliminado. Claro que no le voy a negar que la rabia me la he mordido, pero la verdad es que esta vez ya casi no importa estar o no estar. Es cosa de ver como han sido las cosas…
-¿Cómo han sido?
-Bueno, todos sabemos que cada semana hay entre unos nueves o diez nuevos llamados a la selección, y que jugadores que han sido titulares están en observación para saber sobre su capacidad, etc. Todo esto ha provocado una incertidumbre tal entre los jugadores, que ya parece chiste cuando a uno le dicen que está llamado. En estos momentos, ya no se siente la inmensa alegría que significa ser nominado, como era antes. ¿Y sabe por qué? Porque todos sabemos que vamos a ir cuarenta o cincuenta y que luego de jugar una “pichanguita” nos devolverán y chao. Entonces, ¿Cómo va a ser satisfactorio para el jugador?
Pero no solo nos interesa hablar de la selección, sino que queremos conocerlo a el. Saber quien es y de donde salió uno de los buenos elementos jóvenes que hay en nuestro fútbol.
Mira sorprendido y dice entre risas: -Mi historia es muy chiquita, pero ya que insiste…
Iquique, tierra de deportistas.
Mientras lentamente comienza a beber agua mineral, su mente se pasea por Iquique, su tierra natal, y van saliendo su padre, un modesto “marinero de bahía”; su madre, una adorada dueña de casa; sus tres hermanos y el fútbol, naturalmente.
-Recién a los trece años comencé a jugar fútbol. Antes ni siquiera había visto jugar ni conocía a jugadores ni nada. Estudiaba en el colegio Don Bosco y una vez me vi metido en una pichanga y allí comenzó a gustarme. Después me di cuenta de que no me costaba mucho y que mi estatura me ayudaba bastante. Y como nunca falta quien lo ve a uno, apareció un día don Teodoro Peirano, que es un hombre que ha hecho mucho por el fútbol local y me llevó al club “Los Cóndores”. Yo quería ser centrodelantero, pero me hicieron jugar de zaguero central y ahí me quedé para toda la vida. Después pasé al “Rubén Donoso” y cuando tenía 15 años fui llamado a la selección adulta de Iquique, pese a que me faltaban dos años para poder hacerlo. En 1966 integré la selección juvenil (todavía estaba en la edad) y el 67 fuimos al campeonato nacional. Allí supe que en la UC se interesaban por mí.
-¿Quién le habló por primera vez?
-Don René Reitich, que era medico de la Católica y que era el “veedor” que mandaba el club para descubrir jugadores. Para que le cuento la impresión que tuve. Venir a la Católica en ese tiempo era como ir al extranjero.
A cada momento de su relato usa una divertida muletilla (“Y yo que soy de Iquique”) como queriendo decir que pese a ser de un puerto tan lejano se habían fijado en él.
-¿Qué le ofrecieron para venirse?
-Nada. Solo la oportunidad de jugar en un club grande y la posibilidad de continuar mis estudios. En ese sentido, don René fue bien derecho conmigo. No me hizo crear falsas ilusiones. Todavía recuerdo que aquella vez nos llevó a mí y a Crisosto a tomar once al Hotel Turismo de Antofagasta y nosotros andábamos hasta con alpargatas. Casi nos morimos de vergüenza entre tanto lujo.
-¿Y sus padres, le pusieron algún problema?
-No, ninguno. Ellos comprendieron que si yo lo deseaban no había nada que hacer. Es mas, me alentaron y me desearon suerte.
-¿Y la tuvo?
-Creo que al final sí. Pero esos primeros meses… Llegué a vivir en la casa del jugador que tenia la UC en Nuñoa y no podría acostumbrarme. Extrañaba a mis viejos, mi casa, mis amigos, todo, tanto es así que me vino un periodo de profunda crisis y lo único que deseaba era irme. Todo esto repercutía en mi rendimiento futbolístico, y como estaba haciendo méritos para quedar, la cosa se me puso bastante fea. Para colmo de males, don Lito Quiroz, que era el entrenador, quería echarme y tuve que pedirle una nueva oportunidad. Afortunadamente me la dio y anduve bien. Perro allí no terminaron los problemas. En el verano del 68 me fui a vacaciones a Iquique y justo llegó don Fernando Riera. Como había tantos jugadores, había que eliminar a varios, y yo estaba en esa lista. Pero Luís Vidal, que ese año se iba de la Católica, le dijo a Don Fernando que me mandara a buscar porque yo servía. Y le gusté a Riera y quedé, pero aun no era profesional. Me alimentaban y recibía 250 escudos para el bolsillo.
Mi selección ideal
Es complicado esto de hacer la selección ideal. Primero, porque no resisto la tentación de ponerme en ella, y segundo, porque me gustaría que estuvieran todos mis amigos, especialmente mi gran amigo Cassani. ¡Oh perdón!, Arturito Salah. Le llamo por su segundo apellido para hacerlo rabiar.
Con el perdón de Hugo Berly, por ocupar su puesto, selección seria:
Enoch, Pizarro, Maldonado, González, Arias; Valdés, Toro; Cazzelly, Crisosto, Carvallo, Gonzáles.
El fútbol y la cocina.
Mario y Anita, su joven esposa, conforman uno de los típicos matrimonios modernos. El trabaja (fútbol) y estudia. Ella está terminando sus estudios de pedagogía en Castellano en la Universidad Técnica. Por tal motivo, generalmente solo se ven en la noche, cuando Mario vuelve del liceo nocturno.
-Cuando termino los entrenamientos al mediodía me voy de inmediato a casa, y si Anita no ha podido llegar, me tocas a mí hacer el almuerzo. Y aunque no le pego mucho a la cocina, le pongo harto empeño y todavía no nos hemos envenenado…
Un error reparado.
Siguiendo una norma tradicional en Universidad Católica, que obliga a los jóvenes venidos de provincia a seguir sus estudios acá, Mario Maldonado fue inscrito en el Liceo 7 para que cursara el 4º de Humanidades. Sin embargo, el iquiqueño se dejó llevar por la vida relativamente fácil y abandonó sus estudios.
-Fue un gran error de parte mía. Como todo muchacho provinciano pensé que con el fútbol llegaría a ganar mucho dinero y que no tenia de que preocuparme. Y por allí me consiguieron pega en un banco y empecé a trabajar en algo que nunca me gustó. Afortunadamente conocí a la que hoy es mi esposa y gracias a ella (estudia pedagogía en Castellano) comprendí que si nos casábamos no podía hablarle solo de “wines derechos”, pases y otras yerbas del fútbol, y me decidí a estudiar. Ahora estoy haciendo el quinto y pienso terminar para seguir Construcción Civil.
Un segundo colador
A comienzos de 1969 llegó José Pérez a la Católica y nuevamente había que poner el cedazo para dejar un plantel de 18 jugadores. Y otra vez Maldonado tuvo a su lado la buena estrella.
-Tuve mucha suerte. Había más de cuarenta y teníamos que quedar solo 18. Entonces don José nos hizo jugar pichangas para ir viendo quienes debían irse. Recuerdo que aquella vez Daniel Díaz estaba jugando por Colo Colo en una temporada internacional y se rumoreaba que se iba del club. Yo me avivé en un entrenamiento y me preguntaron si sabia jugar de lateral izquierdo; dije que si, aun cuando en mi vida lo había hecho, y no estuve muy mal; tanto es así que fui el único de un tremendo lote que seguí en el club. Esa vez salieron Gaete, Fernando Gómez, René Hormazábal, Jeria, José Torres y muchos otros. Y por primera vez firmé contrato; claro que en condiciones muy, pero muy inferiores a las del resto del plantel. Me prometieron que el que jugaba mas del 50% del torneo me nivelarían con el resto. No jugué tanto y no me arreglaron, pero quede en el plantel y eso me hizo feliz.
A fines de temporada 1969 vuelve a Chile Fernando Riera para hacerse cargo de la selección, lo que constituyó uno de los hechos más importantes en la vida del joven provinciano.
-Tenía yo recién 19 años y Don Fernando me llamó para integrar una de las selecciones jóvenes que comenzarían a prepararse para Alemania. Imagínese la alegría que sentí. “Yo soy de Iquique” y me llaman para ser seleccionado. Jugamos dos partidos (Serena y Concepción). En ese momento pensé seriamente en que mis bonos debían subir, puesto que por mucho que se tratara de una selección joven, yo era uno de los elegidos. Pero en mi club no pasó nada y seguí siendo uno más del montón.
La selección: alegrías y desencantos.
Para todo jugador de fútbol, la selección nacional constituye una quimera que tiene muchos bemoles. Para algunos no es difícil llegar, para otros lo es mucho. Pero lo que a todos les cuesta mantenerse en ella. Casi siempre el jugador depende “del momento” por que esta pasando en su club. Sin embargo, a veces no basta eso.
En la temporada de 1970, Mario Maldonado jugó más de la mitad de los partidos y ya comenzó a perfilarse como uno de los mejores elementos de la retaguardia de Universidad Católica. Y ya en 1971 se afirmó como titular indiscutido, haciendo dupla con Villarroel o Lecaros.
En 1971 tuve otra gran satisfacción, cuando Raúl Pino me llamo a la selección adulta que se iba a enfrentar con Uruguay. Estuve de reserva de Quintano y pese a que no jugué fue tremendamente importante para mí. Después, a comienzos de esta temporada me llamaron para integrar la delegación que fue México, Honduras, Haití y Bolivia. Luego, con la llegada del actual entrenador, me llamaron a esa selección que se preparaba para ir al minimundial de Brasil. Ahí tuve mi primera desilusión, ya que a última hora quedé marginado del plantel. Pero lo mas terrible que me sucedió fue que después de saber que estaba eliminado llegó a Santa Rosa y me dicen que tampoco estába en la nomina de los que iban a China y entonces si que sentí pena y rabia, incluso lloré. Encontré que se había cometido una tremenda injusticia, ya que si había estado en la selección que iba a Brasil, perfectamente podía estar en la que iba a China. Y créame que no era por viajar, una que con la Católica anduve por Europa y América. Me dolía por el tremendo orgullo que para mi significa vestir la camiseta de Chile y más aun si “yo soy de Iquique”. Al final parece que se dieron cuenta y fui incluido en la delegación.
La UC una verdad buena o mala.
¿Qué pasa con la UC, Mario?
-Pasamos por una mala racha que estaba prevista. Tenemos un plantel muy joven (yo fui capitán en Temuco porque era el mas viejo) que rinde lo que puede. No tenemos grandes astros y si hasta ahora las cosas nos habían salido no quiere decir que vamos a andar igual todo el año. Donde José nos dice que este año es de la verdad para nosotros, y sea está buena o mala, es la realidad de nuestro club y punto.
-¿Les ha faltado quizás un poco de experiencia a algunos jugadores?
-Creo que eso nos está pasando. Ahora que se fue el “Tanque” nos hace falta alguien que nos rete durante el partido. Pero debemos “apechugar” y tratar de salir adelante. Se nos vienen encima partidos muy bravos (U. Española, Huachipato Y Colo Colo) y si no ganamos alguno, creo que la cosa se pone difícil.
El reloj marca ya la una y media y en Santa Rosa ya no queda nadie. Hemos charlado bastante. Y eso que Mario de es Iquique…
René Durney C. Fotos: Miguel Rubio. Archivo.
Tomado de la revista Estadio
12 de Septiembre de 1972, páginas 20-23.
En la Copa Libertadores
Antes de llegar al futbol mexicano con Tecos, Mario Óscar Maldonado jugó la Copa Libertadores de 1970 a 1975, enfundado en las casacas de Universidad Católica y Unión Española (de Chile), con este último conjunto logró el subcampeonato en 1975 al perder la final ante Independiente de Avellaneda.
Tomado de www.mediotiempo.com/futbol/mexico/noticias/2009