No había barrio que no tuviera uno o más sujetos que hacían del mentir un arte no menor. Lo hacían con naturalidad. Algunos traspasaban las barreras del barrio y se transformaban en fenómenos ciudadanos. Mentían de tal forma, que no había manera de no creerse el cuento.

 

Había uno que le decían “mentiras grandes” por lo mismo, no se andaba con chicas. Lo suyo era fantasear. No tenía perros en su casa, tenía elefantes. Mi primo Enrique me trajo a la memoria al “Moca” Lucho”, moca, se le decía a los tartamudos. Y este, ni corto ni perezoso hilvanaba historias increíbles. Una de ellas, que su padre era dueño, nada más y nada menos que del ferrocarril. Niños entonces, nos tragamos esa historia y el Lucho se ganaba nuestro respeto. El domingo por la noche en la plaza Prat, Che Carlos nos aglutinaba contándonos historia de su riqueza minera en la pampa, mientras se afirmaba en su bicicleta de color negra, marca Hercules.

Pero, en ambos personajes, sus mentiras no hacían daño a nadie. Al contrario, nos despertaba la imaginación y con los años, recordamos esas historia, no como engaños, sino como una forma de hacerle cachañas al tedio, al olvido y quizás al ocaso.

La esquina del barrio, la plaza, o donde se diera la ocasión, el mentiroso, exhibía su arte imaginativo. Inventaba viajes que se nutría de películas como Taras Bulba o Marco Polo, y la resignificaba (así se usa ahora)  llenando de aromas nuestras lejanas historias ocurridas en Ucrania. Eran viajeros ficticios. Embarcados se le llamaban así. La verdad fue el naufragio que vivió nuestro querido Juan Juan Robles, exiliado en Canadá que de milagro salvó su vida cerca de la costa española.

Los embarcados tenían historias verdaderas para contar que con los años se mezclaban con la ficción. Victor Palape sabe de lo que escribo. Los mentirosos que jamás se movieron de Iquique, hicieron de esta tierra, un jardín fértil para inventar historias que jamás sucedieron. A todos ellos, le debieran dar un premio en literatura.

 

 

 

 

 

Publicado en La Estrella de Iquique el 20 de marzo de 2022, página 11.