Cada 18 de septiembre, la pregunta por la chilenidad se nos viene encima. Nadie se la hizo, durante el mundial recién pasado. Ninguna duda se asomó, pero «ahora sí que sí», como diría el Chavo del 8. Una prueba, de lo que nos cuesta saber lo que somos, provino de la misma dictadura. Pinochet, declaró baile nacional a la cueca y, por decreto, hizo la sinonimia entre ese baile del Chile Central, con el resto del país. Bachelet, para no ser menos, declaró a la rayuela como deporte nacional. O sea, las dudas nacionalistas atraviesan, tanto a la izquierda, como a la derecha. Para preocuparse. Un parlamentario, propuso que, nadie puede egresar de la enseñanza media sin saber bailar la cueca oficial. En el Norte Grande, seríamos muchos los repitentes. Detrás de todo, está esa manida costumbre, de decretar lo que se debe hacer y, lo que no.
La cueca oficial, es vista como pieza de museo, objeto fundante de una condición que, no todo Chile, asume como tal. A nadie, en Iquique, se le ocurriría por ejemplo, decretar que, no se egrese por no saber bailar, moreno, gitano, diablada, caporal, tinku o piel roja. No hay ordenanzas, ya que en el barrio y en La Tirana, tenemos un aprendizaje que, va por el pizarrón del cuerpo. Cuando se habla de descentralización y, se anuncian medidas para tal efecto, el país se centraliza en torno a la cueca, en tanto patrón dominante, del paisaje sonoro y visual de la nación.
En el Norte Grande, debe ser el cachimbo el que abra el mes de septiembre y, como fin de fiesta, la cacharpaya. Así de simple. No tenemos dudas con nuestra chilenidad, pero con acentos regionales.
Nos cuesta mucho, asumir la diversidad cultural que, nos hace más ricos como nación. A la derecha y, a la izquierda santiaguina, le gusta la idea de que el país es homogéneo. La fuerza de los hechos, demuestra lo contrario. La mesticidad, se nos sale por los poros. Atento, además, hay que estar a quienes nos quieren reducir a la vertiente indígena, especie de fundamentalismo andino. En Tarapacá, le debemos muchos a los andinos, pero también a los que poblaron estos territorios, a fines del siglo XIX hasta la actualidad.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 28 de septiembre de 2014, página 22