«Un mes cada cuatro años». La frase resume la idea del mundial que ya arrancó y que tiene a Chile como un gran ausente. La maquinaria bien aceitada de la FIFA, funciona a pesar de los líos de plata y de corrupción que tan bien conocemos. El mundial del 82, lo vi enterito gracias a la tele que me prestó mi buen amigo Julio Armando. La vida podría ser medida cada cuatro años. Los mundiales funcionan como referencias cronológicas, marcadores de momentos inolvidables. El mundial de España, fue discreto en cuanto a la farándula televisa. El penal de Caszely fue la prueba de una memoria futbolera que sigue intacta a pesar de los años. La idea de nación cada cuatro años parece revivir. Gracias a este deporte los peruanos, se han dado cuenta que son una nación. Una entidad abstracta que vibra con los dolores y alegría de Paolo Guerrero, un dios semi- pagano que sólo le falta hacer un milagro, un dios de carne y hueso. Messi y su soledad que espanta. No tiene orquesta, al menos hasta hoy. Neymar sigue jugando al adolescente mimado, Ronaldo que no perdona, Suárez que no dispara aún. Pero el fútbol a diferencia de la vida suele darte más oportunidades. Los alemanes partieron mal, pero siempre se las arreglan para estar ahí.
Tenía 8 años cuando mi padre junto a otros ferroviarios se largaron a Arica a ver el mundial. Por cierto no me llevó. Un viaje largo, en micro, que habría durado más de 8 horas, cruzando los Zig-Zag y la Cuesta del Toro. Fue un mundial en blanco y negro. Transmitido por radio por Darío Verdugo y Sergio Silva, la pareja que no necesitaba auto-denominarse poetas o trovadores del gol, nos hacían cómplices de jugadas muchas veces inventadas por ambos. Eran mediadores y no simples relatores.
Duele la ausencia de Chile, fieles a nuestra capacidad de auto-inmolarnos, desperdiciamos tanto talento junto. Por lo mismo nos alegramos con la derrota de Argentina. Por ahora, frente a la TV gozamos de ese deporte que Borges detestó y que Galeano beatificó.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 24 de junio de 2018, página 15.