Es posible que la palabra mutualista haya sido pronunciada y practicada en el norte grande a fines del siglo XIX. Al igual que democracia, justicia. igualdad, libertad., burguesía, proletariado y tantas otras, alcanzaron con la Revolución Francesa una connotación más política que literaria.
Las huellas del mutualismo en Iquique se hacen sentir por doquier. Más de una veintena de edificios esparcidos por la ciudad nos hablan de la existencia de esa realidad. En el cementerio Nº 1 su presencia es también evidente. La realidad del mutualismo, aunque no en forma exclusiva, estuvo directamente relacionada con las organizaciones populares.
El mundo del deporte de una fuerte raigambre en nuestra ciudad también lo desarrolló. Es el caso de la Mutual de Ex-boxeadores Estanislao Loayza Aguilar. Desarrollan una constante actividad destinada a otorgarle asistencia a sus miembros. Sin embargo su acción no se reduce tan solo a esa importante labor, sino que también se han encargado de mantener viva la memoria pugilística de la ciudad. Y para ello y como una forma de evitar el olvido le han puesto Estanislao Loayza Aguilar. A través de este héroe deportivo, los peloduros iquiqueños, cuales cruzados, se han impuesto la labor de ganar por KO al olvido. Y lo han conseguido. O al menos lo tienen entre las cuerdas. Consiguieron una casa en un barrio popular lleno de resonancias deportiva. En Bolívar 1087, en una pequeña casa se han obstinado en construir el museo del box. Tienen ganas y sobre todo material. Tienen fuerzas y sobre todo una historia boxeril que ninguna ciudad de Chile posee. Con orgullo dicen que quienes forjaron la tradición de la tierra de campeones, es el box. Y les sobran razones. Les falta, eso si, la ayuda de quienes deben entregarla. Han golpeado puertas con las fuerzas que en el ring tuvo Arturo Godoy, pero con respeto como la que tienen los hombres humildes que dieron todo por la ciudad.
Vencer al olvido, es su eslogan. Titánica labor sobre todo en una ciudad que parece querer olvidar su rico pasado. Son persistentes estos peloduros. Ahora quieren traer a su tierra al gran Arturo Godoy que debe estar descansando en soledad en algún cementerio metropolitano. Su lugar está aquí, me dicen, al lado de tantos otros que siguieron las huellas del Tani y del guapo de Caleta Buena.
Bien harían las autoridades culturales, turísticas, deportivas y políticas de la ciudad, en apoyar estas iniciativas, ya que permite que nuestra identidad se siga proyectando, y de paso testimoniar el tremendo aporte que estos hombres realizaron para vencer al olvido. Este museo del box bien podría agregarse al mapa turístico de la ciudad, al igual que otros sitios. No hay que olvidar que buena parte de nuestra fama en el exterior está dada por ser Tierra de Campeones.