El Iquique de la década de los años 50 mostraba una interesante actividad musical popular. Los aires de la crisis no impedían que el espíritu festivo  de los iquiqueños se amilanara.  El Nan King, era de uno de los locales que se distinguía por su oferta variada y por su céntrica ubicación.

El músico Waldo Pardo nos cuenta que a este local llegaban  “moros y cristianos”, y con ello quería decir ricos y pobres. Los ricos, se refugiaban en los reservados. Cubiertos por una cortina, se protegían de las miradas del resto de los parroquianos. Pero la música hacía el milagro que la democracia aún no logra, en el pista de bailes jueces, médicos, boxeadores, y pescadores, al son de la música se olvidaban de sus orígenes sociales. Recatados los unos, expansivos los otros, se movían al ritmo de los mambos de Pérez Prado.

La cartelera musical  de esta casa de cena, como se le conocía,  era generosa. La prensa, anunciaba, por ejemplo la presencia de la bailarina Ivis de Castro, una cubana, suelta de cuerpo, en el mejor sentido de la palabra, que al mover sus caderas recordaba el gen tropical que los iquiqueños tenemos. En el plano más melódico, la cantante peruana Alicia Lázarraga animó varias noches del puerto. “La cholita linda del Perú”, nacida en Arequipa, reconquista el corazón de los de este lado de la frontera. En el Nan King, no había lugar para los nacionalismos estrechos. “Los chamacos” un grupo mexicano que interpretaba rancheras nos acercaba al país del norte que ya nos era familiar a través del cine azteca.

Esta bohemia iquiqueña, al menos de esos años, encontrará en la figura de Carmelo Dávila una de sus mejores expresiones. Un negro alto, cubano o haitiano, eso no lo sé, se arraiga en la ciudad. Con  su saxo se hace parte del paisaje. Waldo Pardo, me comenta en voz baja, que era el único ciudadano en Iquique, que estaba autorizado para fumar marihuana. ¿La razón?  Padecía de una enfermedad. “Sus solos de saxo arriba de las mesas eran extraordinarios”, agrega. Se anunciaba además a su Lady Crooner, Adriana Medina, que años más tarde contribuiría a la difusión de la música del centro del país, a través del conjunto “Adriana Medina y sus Corraleros”, junto a Armando “Cholo” Sánchez, entre otros.

Fuera de este local otros grupos musicales se presentaban y luchaban por habitar en el paladar del exigente público. De la pampa bajaba el conjunto musical “Nebraska” a cargo de Guillermo Moscoso D. Mientras que en la escuela 7,  de la mano de su director Mario Vidal Castillo, el grupo “Ritmo Espectáculo” tendría por misión hacernos olvidar de la crisis que nos azotaba desde los años 30.

“Choche” Mérida y su grupo era una clásico en las noches del Nan King. Ubicado en Thompson entre Barros Arana y Amunátegui, este local de chinos, logró convertirse en la capital de la noche iquiqueña. Noche que sigue siendo más larga que los días.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 13 de febrero de 2011, página A-9