Los del Norteamérica han cumplido un siglo de vida. Aunque a decir verdad, algunas fuentes periodísticas  dicen que fue fundado el año 1909. Un año más o un año menos, no  desmerece el honor de ser lo que son, y de ocupar el lugar que ocupan en la extensa geografía deportiva de la tierra de campeones.
Al despuntar el siglo XX, en Iquique y la pampa se organizaban clubes deportivos. Muchos de ellos desparecieron. Pensemos en el Ciclista o en el Juvenil Obrero. O bien en el América.
Los “verdiblancos” como también se le conoce practicaron todos los deportes. Waterpolo, natación, básquetbol, béisbol y fútbol, por sólo nombrar los más importantes. Hasta la década de los años 50, junto a Yungay, Maestranza, Rápido, Sportiva Italiana y Estrella de Chile, animaron en el estadio de El Colorado, en el Puerto, en el Recreatorio o bien en Cavancha, encendidos encuentros. Todos esos “eleven”, como decían los viejos cronistas, sustentaron la tradición campeonística del puerto de las siete letras.  Hay un dato curioso, una foto de la oncena del Norte, de los años 20, visten uniformes rojo y blanco. Habría que averiguar cuando empezaron a usar su actual divisa.
Si los del Norteamérica tuvieran que acuñar una moneda con motivo de su siglo de existencia, debieran estampar las imágenes de sus dos grandes figuras. Quizás muchos no estén de acuerdo con mi propuesta. Y es que no es nada fácil, elegir, sólo a dos, entre tantos buenos “players”. En el anverso la figura de Freddy Wood y en el reverso la de Lorenzo Pardo. El primero simbolizando los primeros cincuenta años de este club, y el segundo, el último medio siglo. Un “mentolatum” (bueno para todo” y un negro que se hizo grande leyendo la revista Estadio y entrenando en la madrugada.  Cada uno de ellos,  llevando consigo a sus acompañantes.  Similar trato merecen gente como Natalio Barreda, Víctor Alacchi, Luis Encina, Rubén Ahumada, Rubén Aguilera. O bien en la natación figuras como Amador Segundo Rojas que batió un record nacional, el año 1931.
El Norteamérica es el producto de una ciudad que se articulaba en torno a sus barrios. Alojados definitivamente en la calle O’Higgins abajo, supo construir su propia identidad teniendo como vecinos por el sur, a la Academia y por el norte al Unión Morro. Allí llegaron por los años 50.  Sus canchas y sus enormes instalaciones nos remiten a una generación de dirigentes previsores y efectivos. Apellidos variados habitan en su diccionario: Lee, Encina, Prieto, Schenoni, Ahumada, Ureta,  Checura, Mondaca,  entre muchos otros. Un abrazo para mi amigo “Chocolo”.  ¡Larga vida para el Norte!

Publicado en La Estrella de Iquique, el 7 de noviembre de 2010, página A-9