La idea del nosotros que predominó hasta el inicio de la modernidad europea parece que en Chile llegó a su fin. La ética que la envolvía y le daba sentido ha caído en el vacío. El nosotros, era el cuerpo colectivo que se imponía sobre la idea del Yo. La solidaridad, o como quiera que se le llame era el motor que nos hacía sentir y pertenecer a algo que nos sobrepasaba.

El nosotros no sólo se agitaba en sus sutiles límites, sino que elaboraba la idea del Otro. Otros Otros que igual se constituían como otros/nosotros. La familia, el club, el baile religioso, el barrio era y siguen siendo, en algunos lugares, las referencias. La familia extensa da paso a la familia nuclear y con ello, se factura ese colectivo que acompañó a la humanidad por decenas de siglos. Las sociedades tradicionales no conocían la idea del yo. La modernidad que hizo trizas a la vieja sociedad tradicional, produce entre otras tantas obras, la noción de un sujeto único, dotado de una biografía y de una subjetividad. El hombre tradicional, por decirlo de algún modo, no tenía biografía. El moderno si. Freud entre otros, ayudó a construir ese espacio singular. El capitalismo colaboró con la ideología de la individualidad que el neoliberalismo lleva a sus extremos más radicales. Rascarse con sus propias uñas, o cada uno mata su toro, son expresiones que permiten graficar lo anterior. Su contrario sublime: hacer una vaquita.

Vivimos un cambio de mentalidad. El individuo como centro de todo.  El cero apego al Otro, y a sus problemas, constituyen el centro de la acción. Primero yo. El estado ausente, pero que debe recurrir, por mandato supremo, a auxiliar a aquel que hizo del credo individual su motivo de vida. Esa es la paradoja. Ya no hay solidaridad, si asistencialismo que no es lo mismo. Colectas, listas de ayuda no reemplazan en lo más mínimo, el sentimiento de la solidaridad. Donar el vuelto no es un acto solidaridad. La vida cotidiana se ha mercantilizado. La tarea de la política es reconstruir la idea del nosotros.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 24 de diciembre de 2017, página 25