Volví al local del PS después de 40 años. Pero ya no era el mismo. Estaba lleno de gente, pero no de compañeros. Las paredes estaban desnudas e imaginé las fotos del Che y de Elmo Catalán.
Todo estaba pintado de blanco como queriendo ocultar el pasado.
Hablaban de Niezstche, pero no de Marx.
Busqué el rostro de Marcelino Lamas y no lo encontré. Busqué el rostro de William Miller y no lo encontré. Busqué el rostro de Freddy Taberna y no lo encontré.
Bajé las escaleras con el peso de los años.
Recuerdo haberlas subido con bríos revolucionarios.
Los años han pasado.
Ya no hay compañeros.