La familia Sacco es la mejor demostración de amor a la ciudad. Por más de un siglo, en las buenas y en las malas (la historia de la ciudad parece tener mas de las segundas que de las primeras) han sabido permanecer arraigados en este puerto. Y es más, sin ninguna intención de elevar anclas. Ese barco de Vivar con Thompson, echó raíces por siempre. 

Cuando se habla de esta familia se hace una relación inmediata con el comercio y con el deporte. También la polìtica lo hizo, no hay que olvidar a don  Esteban Sacco, quien fuera intendente de Tarapacá durante la administración de Jorge Alessandri. 

Decir el nombre de esta familia, es decir Casa Sacco y por sobre todo las cosas, es afirmar Sportiva Italiana. Ambas son, caras de una misma moneda. Moneda que esta familia ha sabido hacer rodar por esas calles y esas canchas polvorientas como las bautizó don Raúl Duarte.  

Hoy día el Sportiva Italiana tiene un enorme crespón negro sobre su bandera. Uno de sus pilares nos ha dejado. Y nos dejó de la noche a la mañana, sin advertencias y sin tarjeta roja. Es que era asi “Perico” Sacco. Hombre de pocas palabras. Pocas veces hablé con él, pero siempre me lo imaginé solitario y feliz. Perecía un personaje de una película de Vittorio de Sica, de esos que deambulan por esa clásica película que se llama “Ladrón de Bicicletas”.  
“Perico” Sacco, fue un lateral derecho no sólo de su querida Sportiva, sino que también de la selección de Iquique. Era un 2, para ser más preciso. Y era de aquellos que según cuentan los que los vieron jugar, la ponía. Sin mala intención, por cierto, pero la ponía.  Era un hombre bravo, que se encargaba que el puntero ni siquiera se asomara por esa banda. Con el tiempo le cedió el puesto a otro grande que tuvieron los tanos, a Mario Gandolfo. Era recio en una ciudad de recios y en cancha de tierra, lo que no era poca cosa. 

Pero  la fama de “Perico” iba más allá de la cancha. Con sus hermanos Italo y Domigo formaban una línea de tres, que les permitía desde su inmensa tienda de la calle Vivar con Thompson, atender a cuanto dirigente y jugador pasaba por allí. La filantropía y la solidaridad era su mejor juego. Era “Perico” el más silencioso. Escondido detrás de esos anteojos y con su caminar mañanero por Cavancha me lo encontraba respirando el aire de su querido Iquique. Lo dejé de ver hasta que la prensa anunció que la muerte vestida de puntero le había ganado la línea de fondo.   

Esa línea de tres, creativa y solidaria, marcadora y generosa, habilitadora y sacrificada lamentará no contar con uno de sus players. Nos queda para la historia una linda foto que Hernán Pereira, les tomó en su vieja tienda. Allí  están esos hermanos resistiendo a esa modernidad avasalladora. Ahí está “Perico” listo para salir a interceptar el pase de hormigón armado. Y él, alma de pino oregón, se lanza sobre la pelota… 

Publicado en La Estrella de Iquique, el 7 de septiembre de 2008