Ir a votar es un acto republicano que merece todo el ritual que le acompaña. Los ciudadanos de antes, hoy adultos mayores, iban de vestón y de corbata. Sabían que su sufragio ayudaba a formar un país mejor. Consciente eran de que integraban un paisaje que se llama Chile.

El primer plebiscito del siglo XXI, nos invita a repensar la patria. Pero hubo otros plebiscitos. El 18 de septiembre de 1980, sin registros electorales fuimos convocados a aprobar o rechazar la Constitución del 80, redactada entre cuatro paredes. Por cierto, ganó el apruebo y por mayoría. Dos años antes, el 4 de enero Pinochet convocó a otro plebiscito para darle legitimidad al golpe de Estado. Ganó por cierto. En ambos casos no había franja en la TV y el miedo era el común denominador. En uno de esos nos cortaban la punta del carné de identidad como prueba de que habías sufragado. Se le suma el del 1988 y 1989.

Hoy estamos convocado gracias a las movilizaciones de la sociedad civil, a que nos manifestamos, optando por el Apruebo o por el Rechazo. Será además un acto marcado por la presencia del Covid 19. Todo indica que la opción del apruebo ganará, lo que no se sabe es que cantidad de gente irá a sufragar y por que porcentaje ganará la primera. Este es un tema complejo. Mientras más vaya gente a votar mayor legitimidad tendrá el acto. Esta no es una votación más. Se parece mucho a la del 5 de octubre de 1988. Se trata ahora de diseñar un nuevo reglamento para un país que precisa de nuevas formas de relacionarnos y sobre todo de una ética en la que quepa la nación entera.

No es necesario ir de vestón y de corbata. Lleve su Bic, el lápiz más democrático, luego del de grafito. Al marcar su opción no piense sólo en usted, piense en el país que le vamos a heredar a nuestros hijos y nietos.

Publicado en La Estrella de Iquique, el  25 de octubre de 2020, página 11