Al día siguiente y no por arte de magia aparecieron las mercaderías. El desabastecimiento se esfumó. Volvieron los cigarrillos marca Hilton, el papel confort, los pollos y la pasta de diente. El soplonaje se instauró como institución. Muchos se vengaron e inventaron reuniones donde el vecino iba a conspirar. Todos éramos sospechosos. Otros dieron protección a los perseguidos. ¿Quien le dio albergue a Freddy Taberna? El miedo estaba presente en la vida cotidiana. El viejo Manuel González, el del quiosco de Tarapacá con Vívar más de una  lágrima habrá derramado. Mi abuelo desde el 11 empezó a morirse. Dos años agonizó, murió de pena, aunque el certificado de defunción diga otra cosa.

La radio Esmeralda del partido Socialista fue saqueada por los militares. Los discos quebrados y sus locutores tomados prisioneros. Jaime Gandarillas y el Negro Andrés Daniels fueron enviados a Pisagua. Empezó a transmitir como radio Centinelas del Norte. Las marchas militares se sucedían una tras otras. Olía a Tercer Reich. De noche y no vaya a escuchar el vecino, sintonizábamos radio Moscú, en búsqueda de una buena noticia. No las había. El regimiento Telecomunicaciones se convirtió en un andén para llegar a Pisagua. Iquique ya no volvería a ser el mismo.

12 de septiembre de 2019