Edson Puch es nuestro viejo pascuero, nuestro Santa Claus tatuado, nieto del Ñatito Cortez, a quien se le debe alegrar las noches iquiqueñas azotadas por la crisis. Músico y boxeador como si fuera poco. Edson se regresó a Iquique porque el mar y la cordillera te atrapa. No necesita un trineo, sino un buen par de botines para desplazarse por ese inmenso y bello jardín que es el Tierra de Campeones, con miles de los nuestros alentando desde el puerto hasta Cavancha. Los bronces de la barra lo transportan a La Tirana. No está demás decirlo es un peregrino.
Su ropero alberga las camisetas que vistió. Pero siempre llevaba la celeste pegada a su cuerpo. Lo hizo en Santiago, en Buenos Aires, en Dubai. Poco se sabe de su relación con Maradona, pero era un vínculo estrechado por el talento y la espontaneidad. Lo que le sobra en talento corporal le falta en palabras. Puch es breve y efectivo. “Fue el partido más importante de mi vida” exclamó el domingo cuando agónicamente vencimos a los caturros. En eso radica la identidad, en eso consiste ser iquiqueño. “Nada nos ha sido fácil” exclamó un hincha a modo de complemento. “No sirve sin sufrir…”
El GPT me dice que el apellido Puch es alemán o austriaco. Pero bien sabemos que con los apellidos no hay nada escrito sobre piedra. En la 6 tuve como compañeros con ese apellido, Víctor y Mario. En collera con el chanchito Ramos se abrazaron una y otra vez. Ambos sabían que jugar en esa catedral llenos fieles de la China y del Lolo, solo había que ganar. Celebrar en la plaza fue como la misa del alba, pero sin curas. La caravana fue una procesión festiva.
Vecino en su infancia de la plaza Arica, en esa cancha jugaba baby fútbol. Nada raro que haya jugado o pichangeado por La Cruz, y haya hecho más de una bandeja. Hay que subirlo en un camión como viejo pascuero, pero de celeste con un cinturón negro y en vez de pastillas nos tire goles y gambetas, como siempre
Publicado en La Estrella de Iquique, el 17 de diciembre de 2023.